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A_Dos_Metros_de_Ti

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—¡Oh Dios mío! ¡Stella, tenemos que irnos ahora mismo! —Agarro su

mano, tratando de sacarla de la barandilla—. Pulmones, ¡tienen pulmones

para ti!

Ella no se mueve. Tenemos que volver lo antes posible. ¿Por qué no se

está moviendo? ¿No entiende?

Observo su cara mientras mira las luces, sin inmutarse por lo que

acabo de decir.

—No he visto las luces todavía.

¿Qué demonios?

—¿Lo sabías? —pregunto, el asombro me golpea como un remolque de

tractor—. ¿Qué estamos haciendo aquí, Stella? Estos pulmones son tu

oportunidad para una vida real.

—¿Nuevos pulmones? Cinco años, Will. Esa es su vida útil —resopla,

mirándome—. ¿Qué pasará cuando esos pulmones comiencen a fallar?

Estaré de vuelta al cuadrado uno.

Todo esto es mi culpa. La Stella de hace dos semanas nunca sería tan

estúpida. Pero ahora, gracias a mí, está a punto de tirarlo todo.

—¡Cinco años es una vida para gente como nosotros, Stella! —le grito

de vuelta, tratando de que lo vea—. Antes de la B. cepacia, habría matado

por nuevos pulmones. No seas estúpida. —Saco mi teléfono y empiezo a

marcar—. Estoy llamando al hospital.

—¡Will! —grita, moviéndose para detenerme.

Observo con horror como el tubo de su cánula se engancha de nuevo

en un hueco en el puente peatonal de piedra, con la cabeza inclinada hacia

atrás mientras pierde el equilibrio. Ella trata de agarrar el borde de la

barandilla resbaladiza, pero su mano se desliza de inmediato y cae en

picado.

Trato de agarrarla, pero se estrella contra el hielo, aterrizando sobre su

espalda, el concentrador aterrizando con un plunk a su lado.

—Stella, ¡mierda! ¿Estás bien? —grito, a punto de lanzarme por el

costado hacia su cuerpo inmóvil.

Y entonces, ella comienza a reírse. No está herida. Oh, gracias a Dios.

Ella no está herida. Sacudo la cabeza, el alivio me llena el pecho.

—Eso fue algo...

Hay una grieta grande. La veo moverse, pero no hay tiempo.

—¡Stella! —grito mientras el hielo se rompe debajo de ella, chupándola,

el agua oscura se la traga entera.

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