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A_Dos_Metros_de_Ti

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Mi mamá toma un montón de servilletas, limpiando suavemente el

batido de mi cara, sus ojos repentinamente llenos de lágrimas. Agarro su

mano, frunciendo el ceño.

—Mamá. ¿Qué?

—Te miro y pienso... dijeron que no lo lograrías... —Niega con la cabeza

mientras sostiene mi cara con ambas manos, con lágrimas saliendo de sus

ojos—. Pero aquí estás. Y ya has crecido. Y eres hermosa. Sigues

demostrando que están equivocados.

Agarra una servilleta, limpiándose las lágrimas.

—No sé qué haría sin ti.

Mis entrañas se congelan. No sé qué haría sin ti.

Trago saliva y le doy un apretón reconfortante a su mano, pero mi

mente instantáneamente viaja hacia la sonda gástrica. Las hojas de cálculo.

La aplicación. Un gran 35 por ciento prácticamente sentado en mi pecho.

Hasta que reciba el trasplante, ese número no volverá a aumentar. Hasta

entonces, soy la única que puede mantenerme viva. Y tengo que hacerlo.

Tengo que seguir viva.

Porque estoy bastante segura de que mantenerme viva es lo único que

mantiene a mis padres.

Después de que mi madre se va, me dirijo directamente al gimnasio con

Will, con la intención de fortalecer mis débiles pulmones tanto como sea

posible. Casi le digo que no venga para poder pensar en todo, pero sé que

probablemente no haya puesto un pie en el gimnasio en años.

Además, la preocupación combinada de mis padres y ese pensamiento

sería demasiado para mí como para dejarme concentrar en cualquier otra

cosa. Por lo menos, ir al gimnasio es un problema que puedo resolver de

inmediato.

Empiezo a pedalear en una bicicleta estacionaria. No me han importado

mis entrenamientos por la tarde desde que el gimnasio se convirtió en uno

de los mejores lugares en todo el hospital. Lo renovaron hace tres años y

prácticamente cuadruplicaron su tamaño, colocando canchas de

básquetbol, una piscina de agua salada, equipos de cardio nuevos y

brillantes, y filas y filas de pesas libres. Incluso hay una sala separada para

yoga y meditación, con amplias ventanas que dan al patio. Antes de eso, el

gimnasio aquí había sido una habitación vieja y lúgubre, con un puñado de

mancuernas descompuestas y equipos en descomposición que parecían

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