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Esencias 05

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Nací en el seno de una familia que, fiel a una tradición transmitida de padres a hijos, durante generaciones<br />

se ha mantenido en contacto con el mundo de las fragancias y de los perfumes. Fue en una torre<br />

del barrio de Sants-Les Corts donde crecí, rodeado de un desorden de bidones de esencias que cargaban el<br />

ambiente de aroma de espliego, lavanda, menta y naranja, siendo estos últimos mis preferidos, como mas<br />

tarde ha demostrada mi glotona inclinación por los caramelos.<br />

Los veranos en el campo, en casa de mi abuela materna, conforman gran parte de mis primeras experiencias<br />

olfativas: el olor de la tierra mojada mezclado con el de los eucaliptos después de la lluvia, el aroma<br />

de las infusiones, el fuerte olor de naftalina que sólo afloraba algunos días del año, coincidiendo con el cambio<br />

de estación, el perfume de miel que desprendía el tabaco fumado en pipa, e incluso el desagradable olor<br />

del sótano, donde se mezclaban los olores de papel de periódico húmedo, con el de la madera y la ropa<br />

vieja; sin olvidar el hedor del estiércol y su especial capacidad para potenciar cualquier otro olor. Éstas son,<br />

sin duda, mis primeras practicas olfativas, pese a que mi aprendizaje, entendido como tal, comenzó al trabajar<br />

junto a mi padre en la torre de Sants y se desarrolló, sobre todo, durante los tres años que pasé en<br />

Suiza y Francia como ayudante del maestro Arturo Jordi.<br />

Así fue como me familiaricé con las diferentes esencias y sus características, al tiempo que ejercitaba<br />

la memoria de mi nariz. Para aprender de forma progresiva a crear fórmulas y a aplicarlas a los distintos productos,<br />

fue necesario el estudio pormenorizado de los diferentes componentes. Fue un aprendizaje (una iniciación)<br />

intenso que se ha ido moldeando y perfeccionando con la experiencia diaria del lento y reflexiva<br />

proceso indispensable en la concepción de nuevos perfumes. Se trata de un quehacer que requiere invertir<br />

mucho tiempo, una creación a la que uno no puede enfrentarse con prisas, pues hay que ser consciente de<br />

que, cuando se quiere materializar una idea nueva, la elaboración de su fórmula exigira muchos meses de<br />

trabajo y, pese a la dedicación y el esfuerzo, su vida tal vez sea relativamente corta. A lo largo de todo un<br />

año, por ejemplo, puedo hacer unas diez o veinte fórmulas entre las cuales es muy posible que sólo una o<br />

dos resulten interesantes, mientras que el resto, si no se comercializan, pierden su valor a corto plazo.<br />

Para crear un perfume es necesario consagrar un tiempo a la experimentación y la investigación, de<br />

la misma forma que para crear una obra plastica también hay que experimentar e investigar largo tiempo.<br />

Pero, a diferencia de ésta, el creador perfumista trabaja por encargo la mayoría de las veces, ofreciendo sus<br />

servicios a un cliente que determina las características basicas de la fragancia que desea conseguir, según el<br />

mercado al cual va dirigida y, sobre todo, tras haber estudiada el público que lo ha de consumir, sus gustos,<br />

su procedencia social, su nivel cu ltural e incluso las modas y el cli ma, factores que no hay que olvidar<br />

en todo proceso de creación. El perfume es un producto que tiene, de entrada, un valor como producto de<br />

consumo.<br />

En este sentido, una vez lanzado el mercado, el perfume se adapta a las características del consumidor,<br />

de manera que el perfume escogido por cada persona refleja, normalmente, su caracter, su estilo de<br />

vida, sus preferencias y su personalidad, de manera que revela mucha información sobre nosotros mismos.<br />

No cabe du da de que hay perfumes serios, clasicos, modernos, libe raies, extravagantes ... para todos los gustos,<br />

de forma que todo el mundo acaba sintiéndose identificada según su idiosincrasia.<br />

Por otra parte, hay que señalar que al mezclar el perfume con la exhalación de la propia piel, varía el<br />

olor de las esencias y de los balsamos que lo componen . Por esta razón se dice que un mismo perfume sufre<br />

pequeñas variaciones en cada individuo, lo que personaliza cada fragancia.<br />

Otro tema que creo necesario mencionar aquí es el relativo a las variaciones de los estereotipos saciales.<br />

Últimamente hemos advertida que las esencias asperas, con cedro y flor blanca, muy utilizadas en las<br />

colonias masculinas, son empleadas también por las mujeres, lo cual nos permite comprobar que la aproximación<br />

entre los dos sexos va acompañada de la de sus fragancias y que las fronteras olorosas entre el hombre<br />

y la mujer se estan diluyendo cada vez mas.<br />

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