No. 34 - Its Gran Canaria Magazine

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GET TO KNOW GRAN CANARIA I CONOCE GRAN CANARIA EDICIÓN 34
El Jardín Canario, un tesoro vivo en constante evolución
Famosas no solo por sus playas paradisíacas y paisajes
volcánicos, las Islas Canarias albergan también
una riqueza botánica singular que, a lo largo
de los años, ha ganado protagonismo como una de
las zonas de flora más interesantes del mundo debido
a la gran cantidad de especies únicas que posee,
convirtiendo a las Canarias actualmente en un
laboratorio natural para la evolución de las plantas.
Consciente de esto, el botánico sueco Eric Sventenius,
mientras trabajaba en Tenerife en el Jardín de
Aclimatación de La Orotava, soñó y se propuso una
tarea titánica: crear un jardín botánico que recopilara
toda la flora endémica de las Islas Canarias para
preservarla y protegerla. Recorrió y estudió todos
los rincones de las islas hasta que halló un lugar
inmejorable en Gran Canaria, junto al barranco de
Guiniguada, a solo 7 kilómetros de la capital de la
isla, un área idónea que protege de los vientos y
que es capaz de generar un microclima de humedad
perfecto para la conservación de las especies.
Tiempo después le propuso su idea y construcción
al entonces presidente del Cabildo de Gran Canaria,
Matías Vega Guerra, quien accedió a realizar su
sueño en el año 1952 otorgándole 27 hectáreas de
terreno.
A partir de ese momento, la labor del botánico sueco
fue incansable, explorando minuciosamente todas
las islas del archipiélago logró aportar todo el
material natural necesario para comenzar su empresa.
Pero el trabajo del Eric Sventenius fue mucho
más allá, tuvo que adaptar el terreno de lo que sería
el jardín botánico a los diferentes hábitats presentes
en las islas y hacer una proyección de al menos
40 años, momento en el que todas las especies alcanzan
su pleno desarrollo. Sventenius se vio ante
desafíos excepcionales al trazar meticulosamente
los senderos del jardín, definir los cursos de agua
y elegir la paleta de tonalidades que adornarían las
plantas en su madurez por todo el parque. Él decía
que un jardín botánico nunca podría considerarse
acabado, por eso no se inauguró oficialmente,
y solo se limitaron a abrir las puertas al público en
1959 con el nombre de Jardín Botánico Viera y Clavijo,
en honor al escritor, biólogo e historiador naturalista
canario del siglo XVIII José de Viera y Clavijo,
pionero de las ciencias de la naturaleza en el
archipiélago y que escribió el primer diccionario de
Historia Natural de las Islas Canarias y fue la primera
persona que sugirió la posibilidad de crear un Jardín
Botánico dedicado a la flora canaria.
Años más tarde, justo frente al parque, un trágico
accidente automovilístico se cobró la vida de Sventenius
en 1973 y truncó su anhelo de contemplar el
jardín en toda su plenitud, pero logró ver un magnífico
jardín público con unos paisajes sorprendentes,
una mezcla entre jardín botánico y parque urbano,
con fuentes, cascadas, miradores y puentes.
Ahora, su descanso final se encuentra en una cálida
tumba en los terrenos del propio parque. A partir
de este lamentable suceso, el Jardín Canario, como
también se le conoce, se erigió como un destacado
centro de investigación, conservación y educación
ambiental. Se añadieron nuevas instalaciones
que albergan laboratorios, biblioteca, herbarios y
viveros. Desde entonces, el parque ha enriquecido
su colección con plantas de todos los rincones del
planeta, convirtiéndose en un imán para investigadores
internacionales y un referente en educación
ambiental que, a día de hoy, logra reunir y conservar
en un único lugar no solo toda la riqueza botánica
de las Islas Canarias, sino del resto de la Macaronesia,
es decir, Azores, Cabo Verde, Madeira y las
Islas Salvajes, convirtiéndose así en el jardín botánico
más grande de España y uno de los mejores del
mundo en su clase.
El Jardín Botánico Viera y Clavijo es accesible cada
día durante todo el año y no tiene costo de entrada.
Dentro, destacan zonas como el Jardín de las Islas,
un extenso terreno de 7.000 metros cuadrados
adornado con una abundancia de pinos, dragos y
palmeras. Además de este impresionante espacio,
nos cautivarán otras maravillas como el acogedor
palmeral, que da la bienvenida a cada visitante con
su exótico encanto; el fascinante jardín del cactus,
hogar de 2.000 ejemplares de diversos continentes;
el evocador macaronésico ornamental; una selección
de plantas, muchas de ellas en peligro de extinción,
provenientes de los otros archipiélagos de
la región. Y no podemos olvidar visitar dos lugares
muy populares en el jardín: el asombroso bosque
de laurisilva y el banco de semillas, cuya misión es
conservar con una temperatura adecuada muestras
de las plantas propias de las Canarias y del resto
de archipiélagos macaronésicos.
Pasear a la sombra de sus árboles, disfrutar del colorido
de sus flores o sorprenderse con las curiosas
formas de algunas de sus plantas es una actividad
muy agradable de practicar, ya sea solo o acompañado,
y perfecta para realizar en unas dos horas
aproximadamente. Este pequeño rincón que se erige
como un verdadero arca de Noé vegetal invita
a explorar la asombrosa variedad de flora que posee,
destacando la importancia de las Islas Canarias
como un enclave único para los amantes de la biodiversidad.
Es más que recomendable sumergirnos
en esta experiencia única, la cual demuestra que
las Islas Canarias son un verdadero tesoro natural.