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Hacia el 'Día Después del Desarrollo' - Iepala

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sociedad feudal; para que ésta aceptara como necesarias, positivas y “naturales” las condiciones<br />

que serían creadas para facilitar <strong>el</strong> desarrollo y éxito de un sistema cuyo objetivo único es apenas<br />

acumular, siempre más, a cualquier costo, ad infinitum. Por ejemplo, la premisa teológica de que<br />

es más fácil un cam<strong>el</strong>lo pasar por <strong>el</strong> ojo de una aguja que un rico entrar en <strong>el</strong> reino de Dios<br />

condenaba a la usura, lo que no interesaba al capitalismo emergente que necesitaba legitimar la<br />

acumulación ilimitada como fin, <strong>el</strong> lucro máximo como criterio para decidir sobre inversiones y <strong>el</strong><br />

crecimiento económico como estrategia única para viabilizar todo lo anterior (Polanyi 2001). Para<br />

instituir un nuevo orden mundial amigable al capitalismo, algunos actores formularon propuestas<br />

concretas, sintetizadas por <strong>el</strong> Sociólogo estadounidense Lawrence Busch en The Eclipse of<br />

Morality: science, state and market:<br />

“Francis Bacon propuso un mundo ordenado por la ciencia natural, Thomas Hobbes,<br />

un mundo ordenado por la ciencia d<strong>el</strong> Estado y Adam Smith, un mundo ordenado por<br />

la ciencia de la economía. […] Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos se han<br />

preocupado con <strong>el</strong> problema d<strong>el</strong> orden. El deseo por orden no es limitado a ninguna<br />

forma particular de conocimiento. El orden natural, <strong>el</strong> orden social y <strong>el</strong> orden moral<br />

necesitan igualmente de explicación, clarificación y seguridad” (Busch 2000:3, 5).<br />

Para crear un nuevo orden de cosas a su favor, <strong>el</strong> capitalismo movilizó fuentes de innovación: d<strong>el</strong><br />

Renacimiento italiano a la Reforma alemana, de las guerras r<strong>el</strong>igiosas en <strong>el</strong> Viejo Mundo a las<br />

navegaciones para la conquista d<strong>el</strong> Nuevo Mundo, de la Restauración inglesa a la Ilustración<br />

francesa, y de la Revolución (económica) Industrial a la Revolución (política) Francesa. Pero la<br />

fuente de innovación preferida d<strong>el</strong> capitalismo fue la ciencia moderna occidental (Bernal 1971). El<br />

historiador francés Alexandre Koyré evaluó los cambios conceptuales esenciales de la Revolución<br />

Científica como la más profunda revolución alcanzada o sufrida por la mente humana desde la<br />

antigüedad Griega, y <strong>el</strong> historiador Inglés Herbert Butterfi<strong>el</strong>d juzgó que la Revolución Científica<br />

r<strong>el</strong>ució más que cualquier acontecimiento desde la emergencia de la Cristiandad y redujo <strong>el</strong><br />

Renacimiento y la Reforma al rango de meros episodios (Shapin 1998:1).<br />

El orden científico establecido por dicha revolución instituyó un régimen de verdades que fue<br />

diseminado a lo largo y ancho d<strong>el</strong> planeta (Basalla 1967), influenciando los órdenes natural,<br />

social y moral dominantes en los últimos siglos. La implementación de estos ordenes exigió d<strong>el</strong><br />

capitalismo la estrategia de crear redes de corrupción para establecer la complicidad local sin la<br />

cual su penetración y éxito sería imposible, La acumulación ocurre siempre con concentración de<br />

la riqueza. Como consecuencia, la pobreza aumenta porque la mayoría que aporta al crecimiento<br />

económico es sistemáticamente excluida de sus beneficios por la extrema desigualdad d<strong>el</strong><br />

proceso de generación, distribución y apropiación de la riqueza. La producción de la riqueza no<br />

es un fenómeno independiente d<strong>el</strong> fenómeno de la pobreza; este último es un sub-fenómeno d<strong>el</strong><br />

primero, es la peor consecuencia de su racionalidad indiferente a lo humano, lo social, lo cultural,<br />

lo ecológico y lo ético. Todo eso necesitó de los aportes de una comunicación dominada y de una<br />

educación domesticada, concebidas alrededor de la pedagogía de la respuesta, para viabilizar la<br />

colonización cultural imprescindible en <strong>el</strong> establecimiento de la visión y pensamiento occidentales<br />

hegemónicos.<br />

La Revolución Científica de los siglos XVI y XVII, representada por la separación entre la Iglesia<br />

católica y la ciencia occidental emergente, tuvo como pensamiento dominante <strong>el</strong> de la burguesía<br />

capitalista ascendente en su época. La visón teológica de mundo de la Iglesia perdió fuerza para<br />

una concepción mecanicista y mercantil de la realidad. El crecimiento d<strong>el</strong> nuevo orden capitalista<br />

trajo consigo <strong>el</strong> proceso de industrialización para <strong>el</strong> cual la ciencia debería dar respuestas y<br />

soluciones prácticas en <strong>el</strong> campo de la técnica. La noción de verdad pasó a depender de la<br />

legitimación de la ciencia, y <strong>el</strong> método científico se transforma en la medida de la verdad. Sólo<br />

hay una verdad: la verdad científica (Bernal 1971; Capra 1982; Shapin 1998).<br />

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