Hacia el 'Día Después del Desarrollo' - Iepala
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militares en América d<strong>el</strong> Sur. Los estudios realizados desde las “ciencias coloniales” corresponden<br />
hoy a los “estudios de desarrollo”. La calidad total es aplicada a la educación para que ésta<br />
reproduzca mejor la dicotomía desarrollado-subdesarrollado en la formación de “inocentes útiles”<br />
y, en los cursos de postgrados, la formación de los expertos en desarrollo. Las invasiones<br />
militares contemporáneas sustituyen las viejas “invasiones de conquista” por estrategias de<br />
destrucción y/o control de la infraestructura crítica para <strong>el</strong> desempeño de la sociedad invadida,<br />
como en Irak. En la mayoría de los casos ya no son los ejércitos que reciben la misión de invadir<br />
y controlar ciertas naciones; son los “agentes internacionales” de los cambios nacionales, como <strong>el</strong><br />
Banco Mundial y <strong>el</strong> Fondo Monetario Internacional, que son suficientes para minar la autonomía y<br />
potencialidades locales, al mismo tiempo en que crean nuevos tipos de control y establecen otros<br />
tipos de dependencia (Danaher 1994; Caufi<strong>el</strong>d 1996).<br />
En síntesis, la civilización moderna se auto-comprende como poseedora de un mayor progreso;<br />
su superioridad le asigna <strong>el</strong> imperativo moral de civilizar a los primitivos; <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o d<strong>el</strong> progreso<br />
es <strong>el</strong> mismo seguido por Europa occidental; la violencia contra <strong>el</strong> bárbaro que se opone a la<br />
civilización es justificable; la salvación a través de la modernidad crea sus víctimas (los indios, <strong>el</strong><br />
esclavo, la mujer, la naturaleza); <strong>el</strong> bárbaro es culpable cuando se opone al proyecto civilizatorio,<br />
lo que justifica la inocencia de la iniciativa modernizadora; y <strong>el</strong> ego conquiro (Yo conquisto) es un<br />
derecho d<strong>el</strong> superior cuya noble misión es extender su civilización—progreso—a tierras ocupadas<br />
por los inferiores (Duss<strong>el</strong> 1992; Quijano 2001, 2005), como confirman las palabras cínicas de un<br />
diplomático francés al inicio d<strong>el</strong> siglo XX:<br />
Es necesario…aceptar como principio y punto de partida <strong>el</strong> hecho de que existe una<br />
jerarquía de razas y civilizaciones, y que nosotros pertenecemos a la raza y a la<br />
civilización superior. […] La legitimación básica de la conquista de pueblos nativos es<br />
la convicción de nuestra superioridad, no simplemente nuestra superioridad mecánica,<br />
económica y militar, sino nuestra superioridad moral. Nuestra dignidad se basa en esta<br />
calidad, y <strong>el</strong>la funda nuestro derecho de dirigir <strong>el</strong> resto de la humanidad. 25<br />
Sin embargo, <strong>el</strong> progreso es un mito (Dupas 2006). El proyecto civilizatorio fue viabilizado por <strong>el</strong><br />
Estado moderno (Quijano 2000), la ciencia moderna (Basalla 1967), la comunicación dominada<br />
(McChesnay 1998) y la educación colonial (Ordónez 2011). Pero, entre sus legados, la “idea de<br />
progreso” naturalizó la dicotomía superior-inferior (civilizado-primitivo), descontextualizó la<br />
realidad con mod<strong>el</strong>os universales para las colonias tropicales y banalizó la hipocresía, violencia,<br />
desigualdad e injusticia decurrentes de su implementación.<br />
El Estado moderno—eurocéntrico—fue introducido en <strong>el</strong> mundo tropical d<strong>el</strong>iberadamente para<br />
reproducir las condiciones para la institucionalización internacional de la desigualdad en beneficio<br />
d<strong>el</strong> más fuerte y de las élites locales cómplices de dicho esquema. Este “Estado heredado” contó<br />
con <strong>el</strong> apoyo de la ciencia moderna y su geopolítica d<strong>el</strong> conocimiento, estableciendo un flujo de<br />
ideas e innovaciones principalmente en <strong>el</strong> sentido superior-inferior. También contó con <strong>el</strong> apoyo<br />
de la comunicación y la educación para formar “inocentes útiles” convencidos de su inferioridad y<br />
respetuosos de la superioridad “natural” d<strong>el</strong> Otro. Esta comunicación dominada y esta educación<br />
domesticada <strong>el</strong>iminaron la r<strong>el</strong>evancia de nuestros contextos, preguntas e intereses locales para<br />
privilegiar <strong>el</strong> contexto, respuestas e intereses particulares de los conquistadores globales.<br />
Implicaciones para la comunicación y la educación coloniales<br />
En un contexto extremadamente desfavorable a la comunicación transformadora y a la educación<br />
liberadora—y a su pedagogía de la pregunta—, las premisas de la dicotomía superior-inferior<br />
transformaron las r<strong>el</strong>aciones entre poder (política) y saber (ciencia) con profundas consecuencias<br />
25 Jules Harmand, diplomata y administrador colonial francés justificando la “misión civilizatoria” de los<br />
imperios europeos en 1910, en Magnoli (2009:28).<br />
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