84 - Revista Personae

u casa es una casa llena de historias y pasiones. De recuerdos, muchos
recuerdos. De manzanas, muchas manzanas construidas en todos los
países del mundo. Manzanas traídas, carga que cargando por puertos
y aeropuertos, terminales y sitios de taxis. Cuidadosamente empacadas, a veces en
el equipaje, a veces entre las manos, por aquellos que aman a la mujer que
descubrió las manzanas, y no sólo eso, sino que descubrió
que la manzana es la mujer:
Eva, como bien dijo el bienamado
Andrés, el bardo de alma zapoteca.
¡Son cientos! ... ¿Miles? ... ¡Qué
importa! Lo importante es que son
portadoras de intensas emociones.
Así, aunque les regales un simple
vistazo, sentirás cómo te arrugan la
sensibilidad, pues también las oirás
cantar silenciosamente en idiomas de
aquí y de allá, loas de amor y lealtad.
¡El templo de las manzanas!
Ahí están en los amplios estantes,
en pedestales, en mesas redondas,
cuadradas, rectangulares. ¡Manzanas!
Unas, esculpidas en cristal de roca o
talladas en roca burda; otras, vaciadas
en metal o terracota; las hay de ¿vidrio
soplado? Unas rojas, rojísimas. Otras,
mordidas, quizá entre ellas esté la
primera manzana mordida, pero la
celosa sacerdotisa del templo no revela
su secreto, simplemente la pinta en Succión | 30 x 30 cm | óleo sobre tela
numerosas circunstancias, junto al
inteligente gato o al sabio búho o al
sacratísimo colibrí del amor.
Los dislates, metidos en mi cabeza
por los ronroneos de los gatos, los
melancólicos cantos de los búhos y el
vertiginoso aleteo de los colibríes, que
me asaltaron desde los cuadros con
Evas, niños y troncos con manzanas,
cesaron cuando la vi llegar, hermosa,
vestida de negro, toda ella.
Martha Chapa, pintora-escritora-política...
¡Mujer! Apasionada,
emotiva, amantísima,
luchadora feroz por lo que
quiere... por esa pincelada
que ha soñado dar... por la
letra que anda buscando...
por ese sabor que cree que
existe y que mezclando determinados ingredientes lo puede
descubrir... sí, se asume como eso, como una mujer muy
apasionada, intensa, vehemente, luchadora social teniendo
siempre presentes a “sus mujeres”, las cercanas y las no cercanas,
El ojo mirada implacable | 80 x 100 cm | óleo sobre tela
POR joSé AnTonio RuiZ ESTRAdA
FOTOGRAFíA dE EnRiQuE HuERTA LARA Y MARio ToRRES
al género femenino que por tanto tiempo estuvimos, ya ni
siquiera acalladas, sino clausuradas.
-En una terrible cultura de sometimiento... sintetizo y tras su breve “así es” descargo:
-Es decir, todo en relación contraria a la naturaleza del ser humano, contra la
libertad plena, la igualdad, y el derecho a que la mujer actúe con todo su potencial
dispuesto a voluntad, para ser y poder hacer lo que quiere hacer.
Sin embargo, a pesar de su decisión
de ser, de vivir libre, sin ataduras,
Martha Chapa está rodeada
de personas, de una gran historia de
arte, de artesanías, todas relacionadas
con el tema de su creatividad: -“Por
supuesto, uno es lo que uno
hace y uno hace lo que uno
es... (me responde recorriendo con sus
hermosos ojos todas las partes donde
hay manzanas, incluyendo un estante
con una esfinge de Sor Juana, el
principal de sus iconos favoritos)...
finalmente, todos los seres que me
rodean son parte muy importante de
mi vida. Yo ya no podría ser ni hacer lo
que soy ni lo que hago si no tuviera todo
este apoyo (se refiere a Lidia, a quien
considera más que su ama de llaves,
parte de su familia y a todo su equipo,
la mayoría mujeres).
“Y seguido me pregunto cómo es
que me pueden seguir el paso, porque,
indudablemente soy una mujer muy
vital, que siempre estoy ideando cosas.
Tan pronto termino una... es más, aún
no la culmino y ya estoy pensando en
la otra... por eso, lo que usted habló me
define muy bien: este cúmulo de
experiencias, de emociones,
de vida vivida... porque esa
es mi experiencia. Esa es mi
pasión, y esa es la artista...
–Y ocurre lo inédito para mí, viejo,
experimentadísimo reportero. Me
toca observar a la diva de la plástica
mexicana en uno de sus momentos más
emotivos, con tal genuinidad que para
guardar el momento único, enmudezco
para gozar lo que la artista dice de sí
misma, de su obra y de sus congéneres:
-“Los artistas no somos seres normales...
no lo digo como afán de superioridad, sino porque sentimos diferente, sentimos
más, tenemos la sensibilidad a flor de piel, de verdad, porque uno se emociona con
un atardecer... lo vemos, lo sentimos y ahí están las lágrimas rodándonos por las
mejillas. Esto es vital... si no ocurriera así, no seríamos artistas... a veces me apeno
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