84 - Revista Personae

Ante tales verdades, Lydia Cacho me dice: -“No sé si compartas mi opinión.
Pero, creo, en este país nos falta mucha cultura para saber tratar personas con enfermedades
terminales y para cancelar la discriminación en todos los ámbitos”.
Con ello, Lydia Cacho remarca el círculo vicioso de México: el abandono de la
educación, la cultura, a pesar de ser esencia de la transformación social. –“cómo nos
educan, qué nos dicen, qué hacen las personas a nuestro alrededor para formarnos.
Porque no sólo nos educan las palabras, sino los actos”.
En Muérdele el corazón, Lydia cuestiona a la sociedad, a la familia, a las
autoridades de todo tipo por la hipocresía o la ignorancia supina para orientar a los
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niños acerca de sus funciones sexuales
y sus alcances: -¿Qué pasa cuando a
una mujer desde niña no le enseñaron
a amar su cuerpo? ¿Ni a conocerlo,
gozarlo, placerse de él y con él? ¿Ni a
entender sus propias transformaciones?
¿Ni a respetarlo, mostrarlo al otro u
otra? ¿Qué pasa con el hombre en estas
mismas circunstancias? ¿Dónde aprender
la equidad? ¿Cómo no montarse en
el machismo hipersexuado? ¿Cómo no
temer las emociones ni refugiarse en la
adicción al trabajo?
Esta ignorancia, prueba Lydia
en su libro, induce y conduce al varón
a tener sexo fuera de su compromiso
afectivo y civil. Hace que a pesar de jurar
lealtad y fidelidad a su cónyuge, lo hace
desprotegido y se contagia y contagia a
su esposa de muerte, como ocurre con
Soledad y Carlos. Pero, además,
también destruye la vida de sus hijos.
También aborda la homofobia,
narrando como Carlos tuvo sexo con
un hombre y una mujer para explorar:
-¿Qué pasa con los tabúes? ¿La discriminación
del homosexual, del bisexual,
de la lesbiana? ¿Las trabas culturales,
sociales, religiosas y morales? En suma:
-“Esto no nos permite desarrollar una
ética de amor en la cual mujeres y
varones somos iguales, por lo tanto,
la misma apertura a la sexualidad, al
erotismo pleno. No es así… vivimos
como dos vidas”.
Lydia Cacho es una mujer
plena, libérrima, intensa, apasionada
y comprometida. Una periodista que
cuando la asiste la razón, la justicia,
la equidad y el humanismo, actúa sin
miedo a nada. Por ello es que tocó el
tema del abuso sexual contra menores:
“Siempre había dicho que no iba a
meterme en este tema –por ser algo muy complejo y que le toca el alma a todas las
personas- pero, una dice no voy a hacer esto en la vida y la vida misma se encarga de
ponértelas enfrente y tienes que asumir la responsabilidad”. -¿Volverías a publicar y
denunciar este tipo de aberraciones?: -Ha sido muy duro… pero sí… definitivamente
si lo volvería a hacer… estoy trabajando en otro libro donde revelo el tráfico de
mujeres… volveré a sacar a la luz las redes criminales que están tomando nuestro
país… el crimen organizado, el narcotráfico, el abuso sexual infantil, la pornografía…
cosas que no se mueven porque están insertas en el Estado Mexicano. Tengo
datos verídicos… nombres y… no creo que pueda quedarme callada”.