84 - Revista Personae

príncipe idiota de Dostoyevski. Kitty, de Anna Karenina de León
Tolstoi. En su momento me hubiera encantado hacer Aglaya Ivanovna,
ahora estoy más para Anna Karenina, (se hace más bella por la forma de
sonreír). Yo soñaba con Kitty.
“Me gustan los autores rusos porque siento que estamos muy conectados. Siento
que Rusia y México tienen mucho este sentir y decir de la familia, este sentir
y hacer el melodrama. Siento que hay algo muy similar, el sincretismo, la forma de
ver los valores y esta cosa un poco estoica de Karenina con toda la situación,
todos estos personajes”.
Remembrando expone que muy pequeña se acercó a la literatura rusa y algo
que marcó su infancia fue El prisionero de Chejov, programa unitario donde
interpretó a una niña esclava. También, entonces, influyó en ella Los miserables
de Víctor Hugo. Siendo muy pequeña entabló amistad con Juan José
Arreola, quien siempre la conoció por Cosette sin saber nunca su verdadero
nombre. Le tocó, muy joven, hacer trabajo de mesa con personalidades de la talla de
Beatriz Sheridan, Carlos Ancira y Ofelia Guilmain.
Mujer plena, apasionada siempre, describe como se ve a sí misma: -“Como actriz
soy muy clara en qué quiero. Respeto mucho mi carrera. Mi disciplina es teatral y justo
esto lo acabo de hablar con un empresario. Es muy distinta la disciplina teatral, de la
cinematográfica y de la televisiva. Créeme que el tren de trabajo que traigo ahorita,
no lo aguantas si no eres militar. Actualmente trabajo en Mundo de Fieras;
en la obra teatral Aventurera y como Juez en Bailando por la Boda de
mis Sueños. Mi padre fue militar. Soy muy impuntual, pero soy terriblemente
disciplinada y no hago de menos ningún género.
“Soy una gente que tiene mucho respeto por mí. Hay una frase por aquí que
la puso muy de moda Aron Hernán que dice: ‘qué pan tan amargo’. Mi
respuesta sería: ‘es más amargo no tener pan’. Hay otra frase que está aquí
muy de moda: -‘Aquí estoy cobrando para hacer el ridículo’. ‘Pues
qué pena que pienses así’; o sea, no te estás dando tu lugar, ni le estás dando
su lugar al público”.
-¿Qué es la actuación para Edith González?: -“Reaccionar ante estímulos
ficticios. Es una forma de seguir siendo niña. Yo soy mi propia Barbie. Vestirme,
disfrazarme, interpretar diferentes personajes, personalidades, poder estudiar
personas”.
-Empezaste muy joven ¿tuviste tiempo de decidir o fue la inercia? –“No decidí.
Fue la inercia durante un viaje por Europa viendo a Antonio Gálvez. Entonces
decidí que esto era lo mío”.
-¿Qué hubieras sido de no ser actriz?: -“Tenía yo muchas ideas muy guajiras: una
entrenadora de defines, que ahora se me hace muy ñonga, porque es muy cursi,
pero padrísima. Otra, yo ceo que si no fuera actriz, y que es la más segura, yo hubiera
sido bailarina, pero como se dieron muchas situaciones pues, a Dios gracias, no fui
bailarina. Entonces, ahorita puedo seguir trabajando, si fuera bailarina ya estaría
retirándome y aparte de todo, con muy poco dinero en el bolsillo”.
-Ese es el sueño de muchas niñas: -“Yo creo que es algo más que un sueño. Yo
creo que si había una vocación. (Su mirada y voz se tornan nostálgicas). -¿Que te lo
impidió?: -“Circunstancias”. No desea ahondar más.
Llega la hora de despedirnos. Veo, absorbo, me plazco disfrutar la bella imagen
que está frente de mí. No hace falta tratar de descubrir por qué doquiera que va
arranca suspiros y provoca fantasías. Pienso, esta chica sabe ser para poder
hacer lo que quiere. Ahí están sus numerosos éxitos, como niña, adolescente
y mujer. ¿Quién olvidaría Monte Calvario, Corazón Salvaje, Salomé
y Mujer de Madera?