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84 - Revista Personae

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donde pudieran bien-morir. Hoy es un sitio muy positivo. En tal proceso conoció<br />

muchas mujeres contagiadas. La mayoría por sus compañeros ¡monógamos!<br />

Entonces descubrió un patrón no sólo de vida, sino emocional, relativo a la pertenencia<br />

de la clase media-baja: casadas, dizque fieles… “evidentemente no había<br />

lealtad, porque cuándo se es leal, la persona se protege en caso de tener relaciones<br />

extra-conyugales”.<br />

Lydia conoció muchas historias. A la mayoría de mujeres las acompañó a morir.<br />

Entonces decidió escribir Muérdele el corazón. Explorar el mundo del VIH<br />

en las tres generaciones involucradas: 1°) La madre y la suegra de Soledad. 2°)<br />

Soledad y Carlos y 3°) los hijos de ambos.<br />

Eligió el formato del diario íntimo. Sólo así podría mostrarse cómo una<br />

mujer como Soledad, con carrera profesional -que abandonó por el espejismo<br />

de convertirse en la esposa-madre ejemplar- al ser contagiada de VIH por<br />

5 1 • P E R S O N A E<br />

Por mArYCArmEN BArrErA<br />

su marido, observa que los tabúes sexuales y morales se transforman.<br />

Soledad se desgarra en su diario al describir el infamante trato que médicos<br />

y enfermeros de las instituciones de salud dan los enfermos de sida. Exhibe la<br />

discriminación brutal del personal de los hospitales públicos y privados, a pesar de<br />

las leyes. Los pacientes de clínicas privadas se ocultan tras el cáncer para evitar<br />

que familiares y amigos, incluido el cuerpo médico, los discrimine o maltrate.<br />

En los hospitales públicos el trato a cero-positivos es degradante en punto<br />

superlativo, salvo milagrosos encuentros con algún médico, enfermero o laboratorista.,<br />

capaz de comprender la trascendencia del mal. Por ejemplo: en algunos pacientes<br />

los medicamentos alteran su estado psicoemocional. Para “controlarlos” se les<br />

amarra y aquellos que comparten el cuarto, son brutalmente desalojados para que<br />

las enfermeras o enfermeros no sean molestados. ¡Los cero-positivos son<br />

los leprosos del siglo XXI!

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