LA CLÍNICA Y LA MEDICINA INTERNA APUNTES HISTÓRICOS Y PROYECCIONES ...
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Osler fue un nihilista terapéutico, al igual que otros clínicos europeos de su época. Defendió el<br />
diagnóstico como la misión fundamental del internista y el hospital como el sitio de labor de este<br />
nuevo especialista. (77)<br />
En 1892, publicó The Principles and Practice of Medicine, influyente texto de Medicina Interna,<br />
donde combina los últimos adelantos en ciencias básicas –especialmente en el campo de la<br />
bacteriología- con sus aplicaciones clínicas. Este libro ha sido considerado uno de lo Más<br />
grandes textos de medicina, fue su magnus opus. Para varias generaciones de medicina de<br />
estudiantes anglosajones funcionó durante mucho tiempo como Biblia médica. Acumuló 16<br />
ediciones entre 1892 y 1947 con una tirada aproximada de 500 000 ejemplares. Osler introdujo<br />
una sistematización de la descripción de las enfermedades que ha sido imitada en numerosos<br />
tratados de Medicina Interna, hasta nuestros días. (78)<br />
En 1904 Osler se trasladó a la Universidad de Oxford, Inglaterra como “Regius Professor” de<br />
Medicina, se dedicó al estudio de las humanidades y su aplicación a la medicina. Contribuyó a<br />
fundar el Quarterly Journal of Medicine (Revista trimestral de Medicina), escribió sin descanso,<br />
publicó y recibió múltiples premios y reconocimientos.<br />
Su libro de ensayos Aequanimitas, mantiene su vigencia en esencia y ha sido recomendado, por<br />
su carga de humanismo, que debía ser leído y releído por estudiantes de medicina jóvenes y no<br />
tan jóvenes. (78). Entre los aforismos más conocidos de Osler, tenemos:<br />
- “Ver enfermos sin leer libros, es como navegar sin cartas de navegación; pero leer sin<br />
ver ningún paciente, es como no ir nunca al mar”<br />
- “Con frecuencia es más importante saber qué clase de paciente tiene la enfermedad,<br />
que saber qué clase de enfermedad tiene el paciente”<br />
- “El médico tiene dos oídos y una boca, precisamente para escuchar el doble de lo que<br />
habla”<br />
AMÉRICA <strong>LA</strong>TINA<br />
También en la cultura indoamericana se expresó, desde tiempos remotos, una concepción<br />
mágico-religiosa del origen de las enfermedades. “Fuerzas naturales dominaban al mundo y,<br />
poco a poco, los hombres fueron personalizando esas fuerzas. Todos los fenómenos naturales<br />
constituían, de alguna manera, la manifestación de su presencia; el viento, los truenos y el rayo<br />
eran la voz de los espíritus irritados que había que aplacar. (82) La presencia de los malos<br />
espíritus para explicar la causa de las enfermedades configuró la medicina y caracterizó al<br />
médico. De la misma manera como se responsabilizaba a fuerzas naturales el origen de las<br />
enfermedades, también se atribuía a ellas la curación.” (83)<br />
Después del “descubrimiento” de nuestro continente por Colón, las ideas europeas sobre la<br />
después denominada “medicina occidental”, se trasladaron a nuestro continente, de manera muy<br />
variopinta, según el país y la época. Se entrecruzaron con las ideas autóctonas de las diferentes<br />
etnias y grupos sociales que habitaban y los que luego poblaron Nuestra América, incluyendo los<br />
aborígenes y los esclavos africanos importados. Por supuesto, había grandes diferencias entre<br />
la atención a las clase acomodadas que podían ser atendidas, en sus propios domicilios, por los<br />
médicos europeos o los criollos educados en sus escuelas, y la que se brindaba a los pobres,<br />
tanto europeos, como criollos y naturales, que generalmente acudían a curanderos, barberos o<br />
cirujanos. (82)<br />
España trajo a América la institución del Protomedicato, que desde 1570 funcionó en todos los<br />
territorios conquistados. Consistía en un consejo presidido por un médico con autoridad para<br />
examinar y regular el ejercicio de médicos, cirujanos, farmacéuticos y comadronas, inspeccionar<br />
boticas y hospitales, informar sobre los fármacos y las aguas del lugar, y establecer cuarentenas<br />
en caso de epidemias. (82)<br />
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