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LA CLÍNICA Y LA MEDICINA INTERNA APUNTES HISTÓRICOS Y PROYECCIONES ...

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Hemos dicho otras veces que cuando tengamos dudas por el camino a seguir en las ciencias en<br />

Cuba, recurramos primero a Finlay como nuestro guía. Aquí lo hacemos de nuevo. Ojalá que<br />

alguna chispa de su genial pensamiento ilumine nuestra reflexión actual, para perfeccionar más<br />

nuestros criterios y ser más eficaces en su conceptualización y puesta en práctica. (99)<br />

Otro médico muy destacado en Cuba a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, fue Juan Santos<br />

Fernández Hernández (1847-1922), que nació en el ingenio “Atrevido”, en Matanzas. Inició sus<br />

estudios de medicina en la Universidad de La Habana y los terminó en Madrid, donde conoció a<br />

José Martí, que luego sería incluso su paciente y con quien mantuvo larga amistad. Con el<br />

andar del tiempo, operó de cataratas de ambos ojos. a su madre, Doña Leonor Pérez. (103)<br />

Se especializó en oftalmología en París y después de ejercer breve tiempo en Toledo, España,<br />

se trasladó a La Habana. En 1875 ingresa en la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y<br />

Naturales de La Habana y funda en ese mismo año la revista Crónica Médico-Quirúrgica de La<br />

Habana, la publicación científico médica más importante del último cuarto del siglo XIX y<br />

principios del siglo XX en Cuba. En 1887 fundó en La Habana el primer Laboratorio Histoquímico<br />

Bacteriológico y de Vacunación Antirrábica que existió en el país, ¡tan sólo dos años después<br />

que Pasteur probara por primera vez esa vacuna! (104)<br />

Atendió cerca de 63 500 casos en los 50 años que ejerció su profesión. Mantuvo siempre la<br />

costumbre de anotar los nombres de todos sus pacientes y confeccionar sus historias clínicas.<br />

Se puede decir que no hubo organización científica, asociación, liga, congreso o cualquier otra<br />

reunión en su época que no contara con su presencia. Ha sido considerado el escritor científico<br />

más fecundo de la lengua castellana de su tiempo. Llegó a acumular casi 2 000 trabajos<br />

científicos.<br />

Fue uno de los principales opositores de Finlay, en las primeras exposiciones de este sobre la<br />

teoría de la transmisión de la Fiebre Amarilla por el mosquito, en la Academia de Ciencias de La<br />

Habana. Pero un vez que se convenció de la veracidad de la misma, se convirtió en uno de sus<br />

máximos defensores.<br />

Cuando la gran epidemia de Neuropatía que azotó a nuestro país a inicios de la década de los<br />

90 del pasado siglo, varios artículos publicados en su revista resultaron piezas claves en el<br />

rompecabezas de las determinantes de esa epidemia, demostrando la pertinencia y la calidad de<br />

las observaciones y los juicios clínicos de estos médicos cubanos, ya en esa época. Entre esos<br />

trabajos, se destaca en especial uno, fechado en 1898, de la autoría de su colaborador Domingo<br />

L. Madan, también amigo de Finlay, -“Notas sobre una forma sensitiva de neuritis periférica.<br />

Ambliopía por neuritis óptica retrobulbar”- y otro, del propio Santos Fernández, en 1900, -<br />

“Ambliopatía por neuritis periférica debida a autointoxicación de origen intestinal, por<br />

alimentación defectuosa”. En otras palabras, Madan y Santos Fernández habían descrito una<br />

entidad semejante a la neuropatía epidémica de 1992-1994, en condiciones de aparición muy<br />

parecidas, tanto que otro autor, Enrique López Veitía, en 1900, la había denominado,<br />

“ambliopatía del bloqueo”. Las descripciones clínicas de los pacientes y las reflexiones en torno a<br />

las causas de estos cuadros, son de admirar todavía, un siglo después. (104-106)<br />

Pero, al igual que Domingo L. Madan en Matanzas, hubo otros destacados clínicos fuera de la<br />

capital en esa época. Entre ellos, mencionaremos, a modo de ejemplo a Luis Pernas de Salomó<br />

(1859–1910), quien fuera un eminente médico cienfueguero, orador notable, político polemista,<br />

con una rica hoja de servicios asistenciales y de Salud Pública. Fue director del Sanatorio de la<br />

Colonia Española y del Hospital Civil de Cienfuegos, en los que se destacó por su gran pericia<br />

clínica, su humanismo y por introducir múltiples mejoras en los servicios de salud. Se<br />

desempeñó también como estadígrafo, al compilar la natalidad y las defunciones de la región,<br />

con énfasis en las causas de muerte. Publicó numerosas monografías y trabajos científicos de<br />

gran relieve, sobre tuberculosis, fiebre tifoidea, fiebre amarilla y cólera y participó activamente en<br />

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