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Ingresos capitalistas, gastos aristocráticos. Algunas reflexiones ...

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Ochocientos español, para vivir, así, de una economía puramente rentista. Y, además,<br />

estos capitales se dilapidaron en un gasto suntuario y sinsentido, que siempre mantuvo a<br />

la nobleza endeudada hasta las cejas. Ya hemos visto, por lo pronto, gracias a los datos<br />

que proporciona el archivo, que la mayor parte de la nobleza ni siquiera tenía la quinta<br />

parte de su patrimonio hipotecado, al tiempo que la aristocracia tenía adeudada poco<br />

más de la mitad de sus rentas (cifra que hoy en día no consideraríamos descabellada,<br />

pues como dije más arriba lo normal es dedicar tres cuartas partes de los ingresos al<br />

pago de las deudas familiares).<br />

Si esto es así, entonces debemos de responder a una serie de cuestiones<br />

importantes. La primera es el abultadísimo número de peticiones a la Corona de los<br />

nobles castellanos para hipotecar sus mayorazgos. Tanto en el Archivo Histórico<br />

Nacional como en Simancas el número de estas solicitudes en multitud de secciones es<br />

más que evidente y eso ha llevado a muchos historiadores, con razón, a inferir el<br />

endeudamiento nobiliario. Pese a ello, debemos argumentar que quizás esta actitud no<br />

se deba tanto a la falta de liquidez cuanto a la propia estructura del patrimonio nobiliario,<br />

el cual estaba casi íntegramente vinculado. Esto implicaba que la mayor parte de las<br />

rentas procedían de bienes incluidos en mayorazgos y, por consiguiente, no hipotecables<br />

ni vendibles, de acuerdo al espíritu de éstos. Lo que quedaba como bienes libres (sin<br />

vincular) era muy poco, de modo que cuando se querían asumir nuevas inversiones,<br />

compras o <strong>gastos</strong> de cualquier tipo las rentas que generaban éstos no eran suficientes<br />

para establecer sobre ellos la hipoteca, con lo que se tenía que recurrir a estas<br />

solicitudes al rey. Si, por término medio y como poco, un 90% de los bienes de la<br />

nobleza estaban “amayorazgados” era inevitable hipotecar estos vínculos, lo que no<br />

significa ni crisis económica, ni exceso de deudas.<br />

Por otro lado, hay tres cuestiones más que pueden hacernos pensar en una falta<br />

de salubridad en las haciendas nobles y que han sido usadas por la historiografía para<br />

argumentar el mal estado de éstas. Me refiero a los concursos de acreedores, a los<br />

secuestros de las rentas y a lo continuos impagos. Los primeros nos dejan ver cómo ante<br />

la prolongada falta de pago de los censos por parte de los nobles, sus prestamistas se<br />

reúnen en un pleito para solicitar una resolución judicial sobre el pago de las deudas,<br />

que incluso puede llegar al secuestro de la Casa 46 , esto es, a la administración de las<br />

rentas por parte de un administrador judicial, dejando para el noble unos alimentos y<br />

46 El ejemplo más conocido es el de la Casa de Osuna. Ver ATIENZA HERNÁNDEZ, I.: Aristocracia, poder<br />

y riqueza...<br />

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