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14 març-abril espués de muchos años de his- D toriografía sobre una ciudad paradigmática de las revoluciones obreras del siglo XX, apenas hemos conseguido identificar esos trabajadores que se echaron con las armas a la calle para sofocar el golpe fascista de julio del 36, reconocer de dónde procedían, en qué barrios y en qué condiciones vivían. Lo primero que hay que decir para contextualizar la Barcelona de la revolución es que la ciudad de los años 30 era en realidad muy distinta de la de principios de siglo. La frontera del cambio urbano la marcó la Primera Guerra Mundial. Desde el final de la guerra el crecimiento de la edificación fue auténticamente explosivo. La ciudad, con 600.000 habitantes en 1914, superó claramente el millón en 1936. Fueron años trascendentales para una Barcelona que había pasado a convertirse en una auténtica metrópoli. La clase obrera barcelonesa era una entidad sociológicamente muy consistente, aunque interiormente diferenciada. De 1914 a 1930, apenas se alteró la brecha salarial entre cualificados y no cualificados. Sólo uno de cada cinco hijos de jornaleros pudo atravesar de hecho la barrera del oficio en los años de entreguerras. Como ocurre actualmente, había también importantes diferencias por inmigración. Era más común encontrar catalanes en las mejores ocupaciones. Las familias foráneas llegadas a la ciudad en la última generación eran más amplias, sus tasas de analfabetismo un 70% mayores que las de los jornaleros catalanes, el impacto de la mortalidad superior. Su movilidad social ascendente era la mitad de la de los jornaleros catalanes, algo a lo que ayudaban las muy altas cotas de endogamia matrimonial. Hay que hablar pues de tres diferentes figuras dentro del mundo obrero masculino: los artesanos y obreros cualificados y los jornaleros no cualificados, distinguiendo dentro de éstos a los más largamente asentados catalanes de los más precarios de la inmigración reciente. Tres eran también los grandes escenarios donde se desarrollaba la vida obrera barcelonesa de los años 30. El primero y el más importante era el de los viejos suburbios populares del Llano de Barcelona. Dominaban los jornaleros, pero eran frecuentes también obreros cualificados y tampoco faltaban algunos empleados y comerciantes. Eran “pequeñas ciudades”, continuación de la mezcla de estratos sociales característica de muchos barrios populares del ochocientos, donde cabía desde la industria y el taller hasta el pequeño comercio especializado. El segundo escenario lo formaban los barrios densificados del centro histórico, que compartían algunas de características de esa “mezcla de lo popular”, pero donde la mayor degradación, la presencia de la inmigración reciente y el estar fuertemente señalados por el comercio, por los hogares monoparentales, y por numerosas actividades artesanas largamente decantadas eran rasgos distintivos. Las segundas periferias, que forman nuestro tercer escenario, eran en cambio los nuevos espacios nacidos al margen de la ciudad donde segregación espacial, falta de cualificación, inmigración reciente y precariedad habitacional son trazos defini- torios. En ningún otro lugar era mayor la impresión de lejanía física, el aislamiento de unos barrios ajenos a cualquier atributo de centralidad y sin solución de continuidad con la edificación existente. Mi argumento principal es la trascendencia política de esa figura del jornalero inmigrante de las periferias proletarias como sujeto y escenario centrales de la revolución. En la “nueva” CNT de vísperas de la revolución del 36, un sindicato liderado por la facción faísta, más pequeño y revolucionario a un tiempo, las segundas periferias tenían las mayores tasas de afiliación. La afiliación total era ahí más del 40% superior a lo esperable. Por cada trabajador de las barriadas extremas afiliado a los sindicatos de la UGT en los tres grandes sectores del trabajo manual barcelonés -textil, metal y construcción- había seis afiliados a los Sindicatos Únicos confederales. En los suburbios populares en cambio, por cada trabajador afiliado a la UGT había sólo dos trabajadores afiliados a la CNT. A mediados de 1936, la UGT comenzaba pues a competir con la CNT en este escenario obrero tradicional. Si pasamos de la estricta afiliación sindical a la militancia, la imagen es también muy nítida. La segundas periferias constituían La Veu del CARRER Los barrios obreros en la Barcelona revolucionaria José Luis Oyón Geògraf i urbanista Barricadas en el inicio de la guerra civil en Barcelona. La corta revolución barcelonesa fue protagonizada por el sector más pobre del movimiento obrero el más denso universo residencial de la militancia confederal, cuadruplicando casi el peso relativo de los ugetistas. El centro histórico y los suburbios populares eran en cambio dos escenarios con mucho mayor equilibrio relativo. Que los principales bastiones de la CNT van a situarse sobre todo en las segundas periferias tiene que ver con que la afiliación y la militancia procedían en proporciones mayores de los estratos menos cualificados de la clase obrera y de los grupos inmigratorios más recientes. Esa es la principal conclusión del estudio de la afiliación de los años 30 en el Padrón de 1930. Es lo mismo que se aprecia en los estudios de los municipios limítrofes de Santa Coloma, Sant Adrià y el Prat, donde los grupos inmigrantes foráneos aparecen sobrerrepresentados, con poca presencia de la población catalana entre la militancia. Los datos sobre militantes cenetistas que aparecen en diccionarios biográficos del mundo obrero indican que dos terceras partes eran nacidos fuera de Cataluña. Los miembros de la UGT eran en cambio obreros cualificados en una mayor proporción que los cenetistas y generalmente originarios de Cataluña. La existencia de un caldo de cultivo que hacía de las segundas periferias auténticos viveros anarquistas se hace todavía más evidente al analizar la implantación del radicalismo revolucionario. Durante los primeros meses de la revolución, la afiliación a grupos de afinidad faísta del municipio de Barcelona era en estas barriadas más de dos veces superior a lo esperable dada la población obrera residente. Los jóvenes enrolados en las Juventudes Li- de 2006 FONDOS GENERALITAT DE CATALUNYA (ANC) bertarias tuvieron también una distribución territorial en la que destacaban las barriadas periféricas. A principios de 1937 el único escenario obrero de la ciudad donde la presencia de jóvenes libertarios fuera superior a la media era precisamente el de las segundas periferias. Al ser los arrabales proletarios el escenario donde mayor peso específico tenía el radicalismo cenetista de los años 30 no es sorprendente su participación en los principales episodios de acción colectiva. La huelga de alquileres del verano del 31 va a tener un seguimiento intenso en estas barriadas, especialmente en la Torrassa y las Casas Baratas. De finales del 33 a principios del 35, las barriadas extremas serán las protagonistas de las primeras luchas urbanas en torno al transporte. Si observamos los conflictos propiamente políticos, el cuadro es igualmente nítido. Las barriadas periféricas van a ocupar un lugar destacado en el ciclo insurreccional de principios de los años 30, en especial en el de diciembre del 33. El epicentro de la insurrección se situó en la Torrasa, donde se declaró el comunismo libertario, preludio de las jornadas de julio del 36. Desde esas históricas jornadas se detecta la activa presencia de Comités Revolucionarios de Barriada que controlaron muchos aspectos de la vida del barrio, desde el abastecimiento hasta la inscripción de voluntarios para la defensa de la revolución en las milicias. Una mirada atenta a las listas de milicianos cenetistas en los primeros meses de la revolución demuestra que los jóvenes milicianos barceloneses presentes en el frente procedían en más de un 60% de los barrios inmigrantes, tanto de los viejos
març-abril de 2006 barrios densificados del centro histórico como, sobre todo, de las segundas periferias y municipios limítrofes. Las segundas periferias reclutaron el doble de voluntarios anarquistas de la media obrera barcelonesa y los barrios del centro histórico densificado un 40% más. Los suburbios populares alistaron en cambio milicianos anarquistas bastante por debajo del promedio. Si algo caracterizaba a los milicianos anarquistas era su perfil jornalero e inmigrante. Dos tercios de los hogares de milicianos anarquistas barceloneses estaban presididos por cabezas de familia foráneos llegados a la ciudad después de 1910. Los arrabales de entreguerras, los bastiones del anarquismo radical, serán también los que más duramente padecerán la represión posterior a las jornadas de mayo, cuando las conquistas revolucionarias del “corto verano de la anarquía” queden definitivamente en suspenso y los que llenarán como “presos gubernativos” las cárceles de Barcelona hasta casi el final de la guerra civil. La definitiva eliminación de todo tipo de resistencia con la entrada del ejército franquista en Barcelona será el tiro de gracia definitivo: tres de cada cuatro cenetistas fusilados en el Camp de la Bota al acabar la guerra eran obreros inmigrantes. El inmigrante reciente no cualificado y los barrios donde esta figura obrera era dominante, las segundas periferias y en menor medida algunas bolsas del centro histórico densificado, fueron protagonistas clave de la revolución, la base social y espacial más destacada detrás de las jornadas de julio. En buena medida, lo poco o mucho que fuera la revolución barcelonesa, ese “corto verano de la anarquía”, fue en buena medida una “revolución de los pobres”, unos pobres que no representaban más que a una parte de la masa obrera de la ciudad. Porque no todos los barrios obreros eran comunidades equiparables, sino que FEDERACIÓ DʼASSOCIACIONS DE VEÏNS I VEÏNES DE BARCELONA Publicació bimestral Obradors, 6-8 baixos ● 08002 Barcelona ● www.lafavb.com Nº 94 gener-febrer de 2006 La Carta Municipal de Barcelona (Dossier pàgs. 15 a 19) DIANA ZULUETA una composición obrera diferenciada, unas pautas diferentes de vida cotidiana y unos comportamientos políticos distintos separaron durante los años 30 los patrones de acción política de muchos de los tradicio- Discos Castelló: Des de 1933, especialistes en música Tallers, 3 (clàssica) 93 318 20 41 Tallers, 7 93 302 59 46 Tallers, 9 (overstoks) 93 412 72 85 Tallers, 79 93 301 35 75 La Maquinista Pg. Potosí,2, local C4 93 360 80 78 Oficines-magatzem (majorista) Molinot, 53 Polígon industrial Camí Ral 08850 Castelldefells Tels: 93 394 34 00 93 442 34 47 / 93 442 35 05 Fax: 93 441 96 75 93 329 73 21 www.discoscastello.es Vols rebre Carrer a casa? Si vols rebre la revista al teu domicili durant tot un any, envia aquest cupó a Obradors, 6-8, baixos, 08002 de Barcelona. També pots escriureʼns a carrer@lafavb.com NOM I COGNOMS: ................................................................................. ADREÇA: ................................................................................................. POBLACIÓ:.............................................................................................. CP:........................................... TELÈFON: ............................................. ❑ 6 números 12 euros (mínim) ❑ 6 Números ............................... (indicar quantitat) Pagament (a triar) ❑ Taló adjunt a nom de la Favb ❑ Domiciliació bancària (omplir dades): Entitat: Oficina: Control: Nº de compte: La Veu del CARRER nales barrios obreros barceloneses, cada vez más alejados del cenetismo radical y cada vez más abiertos a otras opciones político-sindicales, de unos guetos proletarios, de unos arrabales de inmigrantes 15 PÉREZ DE ROZAS (AF-AHCB) Algunas organizaciones políticas obreras reclamaban armas a las autoridades para defender la República. dispuestos a apostar a fondo por el cambio social. Esos arrabales de la revolución, donde las expectativas de movilidad social apenas se cumplían, tenían sencillamente menos que perder.
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