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Untitled - Libr@rsi

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— 133 —<br />

tian tierras mas fértiles, y temperamento mas sano: que si después de<br />

todo querían permanecer en Pátzcuaro, no se les molestaría mas en el<br />

asunto, ni sé les daría mas motivo de inquietud. Con estas palabras<br />

cesó por entonces aquel tumulto, que sin duda hubiera tenido funes-<br />

tas consecuencias, y revivido después con mayor fuerza si no se hubie-<br />

ra tomado la providencia de dejar allí la campana.<br />

Con el ruido de las armas no cesó enteramente la causa que traía<br />

tan afligido al pueblo. Supieron la determinación del padre provin-<br />

cial, y como se pretendía pasar nuestro colegio. Luego corrió allá to-<br />

da la muchedumbre. Cercaban la casa desde afuera con grandes ala-<br />

ridos. Los que entraban dentro se arrojaban á los pies de los padres,<br />

preguntándoles con lágrimas si querían también desampararlos. Tu-<br />

vieron por respuesta, que esa determinación se había tomado en supo-<br />

sicibñ de que todo el vecindario, ó la mayor parte de él se mudase;<br />

pera que si ellos no estaban en ese ánimo, no les faltaría el colegio,<br />

aunque hubiesen de s'aciificarse los padres á mendigar entre ellos el<br />

sustento. Quedaron llenos de consuelo, y colmando de bendiciones<br />

á todos los sugetos de aquella casa. Solo restaba una grave dificultad.<br />

Se había dado, como dijimos, para Iglesia nuestra la antigua Catedral,<br />

en que yace el venerable cadávet del Sr. D. Vasco. Habíase éste eh-<br />

tren-ado á los nuestros como en precioso depósito, que deberían reslí-<br />

tuir sin embarazo siempre que se verificase lá traslación dé la silla epis-<br />

copal. Cumplida ya la condición, reconvinieron á los padres para la<br />

entrega, á que no sin grave pesar, se mostraron prontos, aunque pre-<br />

viendo bien que seria difícil ejecutarlo sin una extraña conmoción de<br />

todo el pueblo. Efectivamente, este era el golpe mas doloroso para los in-<br />

dios. Luego que lo supieron se renovó el llanto, y aun la indignación.<br />

Volvieron á las armas y tuvieron algunos días acordonada la Iglesia y<br />

el colegio, mudándose toda lá noche las céfítinelas. Cuando ya pare-<br />

ció estar mas descuidados, vino una de laá dignidades del cabildo para<br />

que ocultamente se estrajese el cuerpo. No se oculto este ardid á la<br />

vigilancia y celo de los tarascos. Volvieron á cercar toda la cuadra y<br />

para que jamas pudiese moverse el sepulcro sin noticia suya, cortaron<br />

una loza de enorme peso y magnitud, y lo sellaron con ella á su satis-<br />

facción. El cabildo se vio obligado con dolor á sobreseer en el asun-<br />

to.<br />

Los indios triunfaron, quedándose con el cadáver de su amado pa-<br />

dre, á que les parecía estar vinculada toda la felicidad de sii país, y los<br />

jesuítas tuvieron, y tienen auit hoy el consuelo de que esté sepultado<br />

ToM. I. 19

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