Untitled - Libr@rsi

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pales de picas ó chuzos de palo del Brasil, Su anua defensiva cía una
especie de escudo ó adarga de cuero de caimán, que de alguna distan-
cia resiste bien á las flechas. Para salir á campaña se pintaban el ros-
tro y alfj-unas otras partes del cuerpo, y adornaban la cabeza con a is-
tosas plumas de Guacamayas, aves muy hermosas de las Indias, que
procuraban criar con el mayor cuidado.
La deshonestidad sigue muy de cerca álá embriaguez; sin embargo,
entre estos pueblos tenia particular estimación la virginidad. Les don-
cellas usan en algunos de estos pueblos una concha dé nácar, curiosa-
mente labrada, como para señal de su condición, que les era muy afren-
toso perder antes del matrimonio. Este no lo contrahian sino con ex-
preso consentimiento de los padres, y lo contrario seria entre ellos una
monstruosidad inaudita. El marido quita á la nueva esposa, en pre-
sencia de sus padres y parientes, aquella concha que traen pendiente al
cuello las vírgenes. Repudian con pequeño pretexto á sus mugeres;
pero la pluralidad no es. común sino entre los gefes ó caciques de la
nación; una india doncella anda sola por íós campos y los caminos,
y pasa deunas: á otras Jiaciones sin temor de algún insulto: parecería
esta una prueba evidente de continencia y circunspección admirable
aun entre naciones maa cultas, si no Sehubiereh hallado en estas gen-
tes resquicios de otras infimtamente mas abominables torpezas, aunque
no tan autorizadas, como en Culiacán y Chidmetlán; en Sinaloa, bien
que no fuesen muy raros los ejemplares, se miraban sin embargo con
horror las gentes de esta infame profesión. La sujeción de las leyes era
absolutamente ignorada, como toda especie de gobierno. lia autoridad
de los caciqups solo consistía en ciertas distírlcioñes vinculadas á su
nobleza, y en la facultad de convocaí las asambleas del pueblo para
convocar la guerra, ó para contraer alguna alianza. La ancianidad
daba entre ellos la misma prerogativa qiie la sangre^ y una y otra aven-
tajaba la valentía, y la gloria de las armas. La liberalidad y la hos-
pitalidad, la practicaban indiferentemente con todos los de su pueblo, y
aun de los forasteros, como no fuesen declarados enemigos, ó como si
fueran hermanos, aunque jamás se hubiesen visto. Las mugeres se cu-
bren de la cintura para abajo con mantas qué tejen de algodón; los
hombres rara vez las usaban, y por lo común andaban enteramente des-
nudos. Entre los de un mismo pueblo ó sus aliados, janiás se veian
|oleitos ó riña alguna. El homicidio, el hurto, el engaño, él trato ini-
"«uo, no tenia cuasi ejemplar entre ellos. El vicio de comer carne hu-