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filones, se formaban los sugétbs en- el eofegio- eún el continuo ejercicio
de la mortificación y de las démas- virfudes religiosas, cuyo buen olor
se dífündia por todo México. El importante ministerio de la e^ilica-
cion de la doctrina, ocupaba varios sugetoB por las^ cáHes y plazus.
Mendigabian á veces* el sustento en las porterías de los^ conventos^ no
solo los novicios, per© aun los- éBtiidíante& y sacerdotes que en este,
Cómo Gii las d«más humillaciones y niortificaciones domésticas, prece-
diaü' á la juventud con heroicos ejemplos. Pedían oíros limosna por
la ciudad para ios hospitales y las cárceíes; y á su celo piadoso se de-
be la cofradía de la misericordia que fundaron a-Fgunos de los republi-
canos para el socorro dé los presos. No feabia género alguno de mi-
seria ó de escándalo, que no procurase remedio la industriosa caridad
do aquellos fervorosos operarios. Consiguieron ssS fundase una casa-
pai*a ínugeres d'ivórciadas' én que tuviese refíigio su honestidíid y su fa-
ma, todo el tiempo que estaban- apartadas de sus maridos.
No florecía sólíimeníe el espíritu' ap6sí'oíico en eí colegio capital do
la provincia, antes de aquí sé eomíumeabn; á ios demás con un fervoí
que no disminuía la distaneia de ios lugfa-es. De Pátzcuaro salieron
papa los pueblos vecinos. De ValTa'dolid' se hizo una fervorosa misión
á la villa de Zamora, población considerable al Oeste de PátzeiJaro, y
cuasi en íes confines del obispado de Michoacán. Llegaron los pa-
dres á tiempo que estabati divididos los ánimos. El cura de aquel par-
tido creía haber recibido injuria de cierto religioso que pocos días ha-
bía predicado con alguna libertad qué el beneficiado interpretaba á sá-
tira. Esta disencion había prorruiíipido en públicas démostracionesi
con no poco escándalo del pueblo que fácilmente toma partido eií se-
mejantes lancesy conforme el interés ó- el capricho. Los misioneros
tomaron á su cargo disipar antes de todo aquella sombra que verosímtl'-
mente no hubiera permitido hacera la- misión considerable fruto. Efee-
tivamente, como personas eclesiásticas, virtuosas y prudentes, después
de algunos días convinieron fácilmente en una recíproca amistad. Se
abrazaron públicamente en la iglesia con mucha edificación de todo el
lugar. Este heroico ejemplo de caridad, de mansedumbre, y de hutórídad
cristiana, fué un poderoso exordio qive dispuso los ánimos á ía mi-
sión. El predicador, sin dar lugar á que se enfriaran aquellos prime-
ros movimientos y lágrimas que les había sacado aquel tierno espectá-
culo, habló con tanto espíritu de las estrechas obligaciones de la cari-
dad evangélica, que públicamente so pidieron muchos perdón de pn...