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Esta aventura, y otras muchas que pudieran referirse de este género,
aunque de poca importancia entre personas cultas y criadas á los pechos
de la religión, pero en la barbarie y austeridad de una de las na-
ciones mas feroces y mas sangrientas del mundo, da á los que tienen
ojos una idea bastantemente clara de la eficacia y suavidad de la divina
palabra que con tanta facilidad saca miel y óleo suavísimo de las
mas duras rocas, y hace de las piedras hijos de Abrahan. La situación
de S. Luis de la Paz era por otra parte ventajosa para escursiones fre-
cuentes á S. Luis Potosí. A nuestra Señora del Palmar, á las minas
de Sichú, y algunos otros lugares en que no las necesitaban menos los
españoles que los indios, y en que a unos y otros se ayudaba con igual
caridad.
El Sr. arzobis. Las misiones de la provincia de Nueva-España no eran solo para
Granada pre- fundar nucvas cristiandades entre naciones en ios confines de la Amétendc
llevar á. y[f.^ septentrional, aunque tan vastos. Después de haber enviado ope-
SU diócesis al- . •
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gunos jcsuitas rarios infatigables, prmiero ácia el Poniente hasta las Islas i' ilipmas,
en que ya quedaba fundada una vice-provincia útilísima para las re-
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giones de la Asia, y de haberse estendido por el Norte hasta trescientas
leguas
adelante de México, en partes donde jamas se habia oido
el adorable nombre de Jesucristo, se dispararon este año sus saetas
de salud á las dilatadísimas regiones de la América meridional, en
que con el sólido cimiento de la pobreza y de la incomodidad y tri-
bulacion, dieron principio á una de las mas floridas y religiosas provincias
de la Compañía en aquellas regiones. Hallábase en México
de inquisidor mayor, y electo arzobispo de Granada, el Illmo. Sr. D.
BaHolomc Lobo Guerrero, hombre de un grande mérito y de un sin-
gular afecto á la Compañía. No juzgó poder satisfacer mejor
á las
grandes obligaciones de su nuevo carácter que llevando consigo algunos
de ella, que en la Europa y en México habia visto ejercitarse con
tan conocida utilidad en servicio de las almas. Y á la verdad las ne-
cesidades de su Iglesia pedían un socorro muy pronto. Aunque en
la provincia no sobraban sugetos, era grande la autoridad y afecto del
pretendiente, y mayor la importancia de la empresa para que no se hubiese
de condescender de parte
del padre provincial.
Destinó, pues,
el Padre Estovan Paez para esta cspedicion al padre Manso Mcdrano,
(jue i)or diez años continuos habia ejercitado en esta el oficio
provincia
de nñriionoro, y acostumbrádosc á la fatiga y ministerios de la vida
apostólica, y por compañero al padre Francisco Figueroa, poco antes