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— 276 —<br />

sas de devoción, á que !a l)on)gnidad de nuestro santísimo Padre Cle-<br />

mente VIII liabia vinculado muchas indulgencias, singularmente para<br />

!o3 indios. Estos preciosos dones que se hacian en los principales con-<br />

cursos de ellos á la capilla de S. Miguel, acompañaba siempre una ex-<br />

plicación de su significación, de su valor y de -las prácticas de devoción<br />

con que debían reverenciarse, y mostró el Señor en algunos casos<br />

raros cuanto se agrada mas de la fé humilde y sencilla de esta gente,<br />

que de las luces estériles y profana sabiduría de las personas mas cul-<br />

tas. Los misioneros que cada año salían de este colegio á los pueblos<br />

comarcanos, iban también igualmente proveídos de estas preciosidades<br />

que repartían con mucho fruto. En uno de estos pueblos tuvo el padre<br />

noticia que algunos algunos indios de los mas ancianos solían hacer<br />

en un monte no muy distante algunas secretas asambleas. Temeroso<br />

el siervo de Dios de alguna superstición, se puso en camino con el be-<br />

neficiado del lugar.<br />

Vencida no sin grande fatiga la cumbre del mon-<br />

te, tuvieron el dolor de hallar una multitud innumerable de pequeños y<br />

ahumados idolillos en diferentes monstruosísimas figuras. El padre,<br />

vuelto al pueblo, hizo poner algunos de ellos en la plaza pública, man -<br />

dando á los niños que los quebrasen y ultrajasen con irrisión y mofa.<br />

Los indios, que estaban ya muy bien instruidos, se avergonzaban del<br />

error de sus antepasados, pisaban con grande alegría y algazara aquellas<br />

obras de sus manos, que habían por tantos años engañado á sus ma-<br />

yores, dando con esta saludable confusión é inocente enojo una prueba<br />

grande de la pureza y sinceridad de su fé. Algunas de estas abo-<br />

minaciones, como gloriosos despojos de Jesuciisto, trajo el mismo pa-<br />

dre al Sr. D. Diego Romano,, obispo<br />

de la Puebla. Esta vista enter-<br />

neció grandemente á aquel celoso pastor, y le inspiró un nuevo deseo<br />

de la salud de los indios, y de que fuese en toda su diócesis adorado y<br />

reverenciado el vivo y verdadero Dios. Para formar su Tilma, dignos<br />

ministros y pastores de almas, quiso y pidió con instancia que hubiese<br />

en el colegio, algunos días á la semana, lección de caso moral, á que<br />

asistiesen todos sus clérigos, al modo que en México lo habia practicado<br />

muchos años en su mismo palacio el Illmo. Sr. D. Pedro Moya de<br />

Contreras, y se continuó después con tan conocida utilidad en nuestra<br />

Casa Profesa.<br />

Esta misma lección se estableció también en Valladolid á petición<br />

de su Illma., y de los mismos eclesiásticos. El ministerio de los hos-<br />

pitales se hacia en esta ciudad con mas lustre y frecuencia, que en al-

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