08.05.2013 Views

Untitled - Libr@rsi

Untitled - Libr@rsi

Untitled - Libr@rsi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

— 308 —<br />

vo y arena que los ahogaba, tampoco podían refugiarse á su chozas, que<br />

como eran de paja y esteras, voloban muchas á discreción df 1 viento.<br />

El justo cumplimiento de esta predicción, (i pesar de las razones con<br />

que se procuraba desengañarlos, confirmó á los guazaves en la idea de<br />

su imaginaria, y mirando al padre como un hombre sacrilego, sobre<br />

quien debia caer prontamente la venganza del cielo, lo dejaron solo y<br />

huyeron á los montes, de donde no salieron sino á costa de muchas fa-<br />

tigas, viages y ruegos del padre Santaren. Para esto, le ayudó noca-<br />

blemente una india cristiana, que habia sido en Culiacán esclava de es-<br />

pañoles y restituídose á ííu patria. A diligencias de uno y otro volvie-<br />

La buena india servia de catcquizta jun-<br />

ron los indios á su pueblo.<br />

tándolos dos veces al dia para la explicación de doctrina, visitando los<br />

enfermos y avisando al padre de su disposición y su peligro.<br />

Fué tan-<br />

ta la docilidad y aplicación de los guazaves, que aun de noche se jun-<br />

taban voluntariamente á cantar la doctrina, el tiempo que antes solían<br />

emplear en los bailes supersticiosos y en los cantos bárbaros.<br />

La mayor dificultad era hacer que volviesen á sus pueblos algunos in-<br />

dios de los que administraba el padre Tapia, y que el miedo liabia con-<br />

fundido con los malhechores, y hecho refugiarse entre los tehuecos. Es-<br />

tos bárbaros tenían bajo su protección á Nacabeba, y no parecían estar<br />

de humor de ser visitados de los padi-es.<br />

Sin embargo, sabiendo el pa-<br />

dre Juan Bautista de Yelasco que en los primeros pueblos habia algu-<br />

nos caciques bien dispuestos á favor de los cristianos, determinó pasar<br />

á verlos y reducir los descarriados á sus antiguos rediles. Habia en el<br />

primer pueblo un indio á quien las españoles habían dado el nombre de<br />

Lanzarotc, de un talle<br />

gentil, de muchas fuerzas, y de un ánimo mayor<br />

que ellos, muy hábil, sin la astucia y cavilosidad en que suelen caer<br />

los muy sagaces, antes de un espíritu justo, y de una elevación y exac-<br />

titud de pensamientos muy superior al genio de su país. Gentil, pero<br />

extremamente afecto a los españoles y á su religión, que conocía ser<br />

muy racional. Este salió á recibir al padre hasta tres leguas de su<br />

pueblo, y hablando con los soldados que le acompañaban. Yo bien conozco<br />

(les decía) las intenciones de los padres. Estos hombres no<br />

buscan sino nuestro bien. Lo primero á que hacen la guerra<br />

son los<br />

licores fuertes y las mugeres. En lo primero no tengo mucho que sa-<br />

crificar; en lo segundo de cinco mugeres que he tenido hasta ahora, ya<br />

dtijc las cuatro y me he quedado con la mas joven, para que en mí no<br />

hallen estorbo su.s buenos consejos. Entrando en el pueblo, si encon-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!