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Nación Golpeadora - Red chilena contra la violencia hacia las ...

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Violencia sexual en <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong>s mujeres<br />

Naturalización y silencio<br />

morales y de conducta adecuada. En general, los/as administradores de justicia están<br />

mayormente dispuestos a admitir <strong>la</strong> existencia de <strong>violencia</strong> sexual y sancionar al<br />

agresor cuando de por medio ha habido <strong>violencia</strong> física comprobable.<br />

En <strong>la</strong> política pública, <strong>la</strong> atención a <strong>la</strong> <strong>violencia</strong> sexual se concentra en los Centros de<br />

<strong>la</strong> Mujer del Servicio Nacional de <strong>la</strong> Mujer (SERNAM), en <strong>la</strong>s Sa<strong>la</strong>s de Primera Acogida<br />

para Atención de Víctimas de Violencia Sexual que funcionan en varios hospitales del<br />

país, y en apoyo psicológico en los Centros Comunitarios de Salud Mental Familiar<br />

(COSAM), así como en algunos servicios especializados de salud mental. La <strong>Red</strong>,<br />

varias organizaciones de mujeres y el Observatorio de Equidad de Género en Salud<br />

han documentado <strong>la</strong>s difi cultades de <strong>la</strong> atención, entre el<strong>la</strong>s, <strong>la</strong> baja cobertura, el<br />

limitado tiempo de <strong>la</strong> intervención reparatoria y <strong>la</strong> ausencia de personal capacitado en<br />

el problema 20 . También es notoria <strong>la</strong> ausencia de campañas de gobierno en torno a <strong>la</strong><br />

<strong>violencia</strong> sexual; todo se centra en <strong>la</strong> agresión física por parte de <strong>la</strong> pareja.<br />

La <strong>violencia</strong> sexual es un problema que nos afecta a todas, que se sustenta en <strong>la</strong><br />

persistencia de una cultura machista que atropel<strong>la</strong> nuestra dignidad –<strong>la</strong> dignidad<br />

de <strong>la</strong> persona que es fundamento de todos los derechos humanos– y se permite<br />

invadir nuestro espacio íntimo y primario. La respuesta institucional que <strong>la</strong> aborda<br />

como hechos ais<strong>la</strong>dos contribuye a reproducir su naturalización. Con ello, <strong>la</strong>s mujeres<br />

vivimos <strong>la</strong> agresión con vergüenza y con culpa, como una tacha a nuestra condición<br />

moral. La sospecha sobre nuestra pa<strong>la</strong>bra, el escrutinio de nuestra vida y de nuestra<br />

conducta enturbia <strong>la</strong> visión sobre <strong>la</strong> agresión y desdibuja <strong>la</strong> responsabilidad del agresor.<br />

El resultado es silencio y más silencio, bajos niveles de denuncia e impunidad para<br />

el agresor.<br />

Las mujeres identifi camos c<strong>la</strong>ramente <strong>la</strong> <strong>violencia</strong> sexual cuando el agresor es un<br />

desconocido o un conocido. No sucede igual cuando quien <strong>la</strong> ejerce es <strong>la</strong> pareja. Salvo<br />

situaciones en que ésta va acompañada de agresión física, en general se esconden detrás<br />

del “ceder” a <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones sexuales no deseadas. Se trenza aquí el hecho de lo que<br />

culturalmente se espera como parte de nuestros “deberes conyugales”: disponibilidad<br />

de nuestro cuerpo, lo queramos o no. La negación de <strong>la</strong> <strong>violencia</strong> sexual también<br />

se produce cuando ésta se reduce a <strong>la</strong> vio<strong>la</strong>ción y no se signifi can como tales otras<br />

conductas, como <strong>la</strong> revisión y olfateo de los genitales para comprobar que <strong>la</strong> mujer<br />

no haya tenido re<strong>la</strong>ciones con otro, o <strong>la</strong> exigencia de prácticas sexuales que pueden<br />

resultar humil<strong>la</strong>ntes si no son consentidas y p<strong>la</strong>centeras. Aquí se conjuga nuevamente<br />

el verbo “ceder” –en muchas ocasiones para evitar el maltrato físico o <strong>la</strong> denigración– y<br />

con ello se oculta el hecho de que se trata de formas de <strong>violencia</strong> sexual.<br />

La experiencia de <strong>la</strong>s funcionarias de los Centros de Atención a <strong>la</strong> Mujer de SERNAM<br />

entrevistadas por <strong>la</strong> <strong>Red</strong>, a propósito de <strong>la</strong> investigación sobre <strong>violencia</strong> sexual y<br />

aborto, muestra <strong>la</strong> presencia de <strong>violencia</strong> sexual en <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong>s mujeres que acuden<br />

20 La información se puede en<strong>contra</strong>r en <strong>la</strong>s publicaciones de <strong>la</strong> <strong>Red</strong>: “Guía de Recursos para <strong>la</strong> Acción” (2006) y “Violencia sexual y aborto: conexiones<br />

necesarias” (2008); y en los informes anuales del Observatorio de Equidad de Género en Salud disponibles en http://www.observatoriogenerosalud.cl<br />

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