Nación Golpeadora - Red chilena contra la violencia hacia las ...
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especto de sus cuerpos y sus procesos fi siológicos. Más aún, tendemos a hab<strong>la</strong>r de<br />
“poderes” o “sistemas” que oprimen y contro<strong>la</strong>n desde afuera, como si se tratara de<br />
fuerzas exógenas externas a los individuos y sociedades, y nos olvidamos de que<br />
no hay tales sistemas sino personas que encarnan y reproducen ciertos principios<br />
e ideologías construidas colectivamente. Es el caso, por ejemplo, de personas<br />
pertenecientes a los equipos de atención de salud de <strong>la</strong> biomedicina, también<br />
denominada medicina alopática, moderna u occidental, modelo de salud que designa<br />
“al sistema médico desarrol<strong>la</strong>do en Occidente desde <strong>la</strong> Ilustración y que se caracteriza<br />
por asumir <strong>la</strong> distinción cartesiana entre cuerpo y mente y por su comprensión de<br />
<strong>la</strong>s enfermedades en tanto que entidades defi nidas producidas por causas únicas”<br />
(Comelles y Martínez, 1993: 85). Desde <strong>la</strong> antropología médica, el modelo biomédico<br />
ha sido arduamente criticado por privilegiar un enfoque reduccionista y fragmentado<br />
de los cuerpos humanos, por establecer re<strong>la</strong>ciones jerárquicas y despersonalizadas<br />
entre personal de atención y “pacientes”, entre otros muchos factores. En gran parte<br />
de dicha producción, <strong>la</strong> biomedicina ha sido analizada como un “modelo idealizado”,<br />
como un set homogéneo de prácticas y creencias en torno a <strong>la</strong> salud-enfermedad,<br />
sin tomar en consideración de que en cada contexto donde se aplique va a tomar<br />
una forma particu<strong>la</strong>r. En este sentido, hay autores y autoras que sostienen que <strong>la</strong>s<br />
instituciones biomédicas y <strong>la</strong> práctica alópata muestran una gran diversidad alrededor<br />
del mundo. Good, entre otros, p<strong>la</strong>ntea que los análisis generales sobre el modelo<br />
biomédico sirven poco para comprender <strong>la</strong> medicina contemporánea, o para<br />
hacer una comparación de este sistema con otras formas de conocimiento médico,<br />
argumentando que <strong>la</strong>s investigaciones en antropología médica deben estar situadas,<br />
contextualizadas y enriquecidas a partir de datos etnográfi cos (Good, 2003; Good y<br />
DelVecchio, 1993).<br />
No obstante lo recién p<strong>la</strong>nteado, para fi nes analíticos resulta útil <strong>la</strong> c<strong>la</strong>sifi cación de<br />
<strong>la</strong>s prácticas de atención en <strong>la</strong> forma de modelos o sistemas médicos, de ahí que<br />
a lo <strong>la</strong>rgo del presente texto nos referiremos a <strong>la</strong> biomedicina primero en sentido<br />
ideal, como práctica homogénea y hegemónica; y segundo en forma particu<strong>la</strong>r y<br />
contextual, a partir de datos etnográfi cos locales. Buscaremos problematizar <strong>la</strong> noción<br />
de que <strong>la</strong>s mujeres son receptoras y a veces “víctimas” pasivas de un modelo de<br />
salud que les resta protagonismo, para indagar en estrategias a través de <strong>la</strong>s cuales<br />
el<strong>la</strong>s ejercen acciones <strong>contra</strong>-hegemónicas. En este sentido, nos preguntamos, ¿qué<br />
sucede cuando <strong>la</strong>s propias mujeres usuarias del sistema de salud (tanto público como<br />
privado) problematizan el modo en que <strong>la</strong> biomedicina concibe <strong>la</strong> reproducción y sus<br />
cuerpos?<br />
Cuerpo femenino y biomedicina<br />
Cuerpo femenino, medicina y poder:<br />
Refl exiones en torno a <strong>la</strong>s disrupciones en <strong>la</strong> atención de salud reproductiva<br />
El cuerpo desde siempre ha sido un territorio de regu<strong>la</strong>ción social, <strong>la</strong> que es ejercida<br />
por los diversos aparatos de poder, entre ellos <strong>la</strong> biomedicina. Ésta, desde su dominio<br />
social sobre los ámbitos de <strong>la</strong> salud y <strong>la</strong> enfermedad, ejerce una construcción particu<strong>la</strong>r<br />
de los cuerpos humanos acorde a los intereses políticos que guían su accionar, y<br />
establece <strong>la</strong> línea que defi ne lo normal y lo patológico. Tal como sostiene Foucault<br />
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