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ciqoe y éi cayeron despedazándose mutuamente;<br />
entrambos Hspìraron juntos en un rio forir.a-<br />
do de la sangre de los españoles, y de los salva,<br />
ges ; de aquella sangre que no podía mezclarse<br />
, ni confundirse , sino en una camiceria.<br />
IV . N o quedaron en el puesto mas que<br />
quatro mugeres, y quatro niños con Miranda<br />
; causa inocente é infeliz de una escena<br />
tan trágica. Estas tristes víctimas fueron lie-<br />
badas á Siripa, hermano y succesor del<br />
pérfido cacique ; el amor de este pasó al<br />
corazon de su hermano > como un fuego<br />
que se escapa de sus cenizas.<br />
V . Del mismo modo que resplandece el<br />
sol sobre las ricas orillas del Paraguay, no<br />
)odia Miranda mirar sin abrazar á quantos<br />
a veian. Siripa se echó á sus pies, y la<br />
declaró que no solo estaba libre, sino que<br />
debía rcynar sobre el xefe y cl pueblo;<br />
porque sus gracias agradables subyugaban<br />
con mas seguridad, que las armas de una<br />
nación victoriosa.<br />
Miranda hubiera apreciado mas la muerte<br />
que la corona de la mano de un saJvage <strong>¿</strong>Había<br />
ella de haber atravesado los mares con<br />
su esposo para abandonarle y hacerle traición<br />
, en un mundo donde ías mugeres de<br />
Europa debian dar el exémplo de la virtud<br />
, asi como los hombres daban el del valor<br />
? Pero Siripa no imaginando una fidelidad<br />
de una especie |tan extraordinaria, creyó<br />
que el tiempo debilitaría este sentimiento,<br />
que por su natural debilidad no podía resistir<br />
mucho.<br />
V JI.