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ccn tanto mas vanas : y de hay nace el que
una muger que viste preciosas telas y ricos
encaxos, es tan fiera, gomo un conquistador
al frente de Su exército. Y hay muy
pocas mugeres que no estén dominadas de
este espíritu del mundo; y las que tienen
unas dotes muy grandes, ÍOü lasque piensan
especialmente , que la vanidad es un
tributo que se det^n .ellas, á sí mismas; pero
la prudencia de un marido debe moderarla
; porque si por desgracia se viese el
marido en algún apuro , por los excesivos
gastos, ó emprehendiese muy tarde el moderarlos
, la vergüenza de verse desaliííada,
y la memoria del agradable vestido que antes
usaba, la harían buscar médios tal vez,
á su muger , que supliesen ]a im ^tencia del
marido , ó su mala voluntad,
y. Para tentar la reforma con ménos peligro
, empezad primeramente dandola á
entender que la naturaleza la ha dotado de
todas aquellas bellas calidades que pueden
hacer amable á una muger ; y que los tra-
xes sumptuosos roban una parte de la atención
que se podría adquirir por su mérito,
presentándose naturalmente sin galas, ni adornos
: en defecto de su belleza , alabadla su
talento y su gracia ; y manifestadla mas amor
quando se halle sin adornos, que quando
comparezca magníficamente adornadít : y por
este mèdio la íreís disponiendo poco á poco
insensiblemente, para sufrir e l golpe que
la preparaseis. Sin embargo , no extendáis
fliucho vuestra economia ; porque sembraríais
en