¿ f e i

CAPITU LO P R IM E K ,a
Designio del Autor.
I. - ? o c o contenta la ambición hnm ana,
con la posesión de aquellas cosas, que la
naturaleza hizo comunes á las gentes; no re^
para en traspasar Jos límites qne la han sido
prescritos. La naturaleza habilita al hombre,
para mendigar y buscar los socorros que pudiesen
aliviarlo én sus molestias, y satisfacer
igualmente sus justos deseos; pero el abuso,
Í
[ue ordinariamente se hace, en la elección de
os m edios, derrama la confusion y destruye
el orden. De aqut arranca el origen de la
perversidad humana : llevados los hombres de
los esfuerzos que excita en ellos la malicia, usan
de aquello que deberían gozar; y gozan lo
que cfebieran usar. Confusion detestable, que
ofuscando la r.izon, induce á los mortales á
pretender con fu ro r, la posesion de algunos
bienes, que son singulares; y que, como frutos
indivisibles, ni son, ni podrán ser jamas
susceptibles de acceso i ni división. Un influ-
xo tan pestilencial, se hace sentir en todos
los estados de la vida; pero en ninguno causa
estragos tan-funestos, como en ei estado del
Matrimonio. Por tanto , para evitar cierta especie
de insultos, que suelen combatir á los
que profesan tan santo estado ; y hacen no
menos -amaFga, que pesada la viüa matrimonial;
se trata en este lib ro /d ^ enseñar las
A catt**