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CAPITULO V IIL
Délas Jugadoras,
r. e todas las pasiones que molestan al
hombre , no hallo otra mas tirana que la
del juego. Todas las demás le alivian, quando
menos en la pescsion de sus objetos,
una parte de la pena que le causan , pero
el jugador al contrario , se halla en los mas
crueles excesos, quando está en su centro.
Por todos los medios posibles se les debia
prohibir á los hombres el que se abandonasen
á esta pasión ; y todo deberla desviarlos
de ella, quando emprendiesen satisfacerla.
No hay entretenimiento que menos divierta:
todo es tristeza en él, todo severo, y todo
extraño ; hasta los mismos, expectadores son
condenados á un triste y melancólico silencio.
E l juego es un lugar donde se juntan los
hombres para despojarse y destruirse unos á
.otros ; y llegan á conseguirlo perfjct.an-.enre;
.porque al fin vienen á quedar,en campo de
bataíia todos los campeones ; y lo que tiene
de mas extraño es, que las mugeres no
están esentas de este furor ; y es muy difícil
desposeerlas de él. Siq embargo, creo que
un marido podriaconseguirlo, si quisiese prac^
ticar los medio que le vamos á enceñar aqui:
ss-