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Ijos , y por la amistad de L eandro, que era
el mejor amigo de su m arido, como de su
muger. Tulia siempre fiel y generosa , quiso
nacerle también algún servicio , y eligió
el instante de su ruina para hacerle un ofrecimiento
de cinqüenta mi! escudos. El concluyó
con manifestarla sa inclinación y su re-»
conocimiento ; y k estimaba de la misma manera
que Rosina amaba á Leandro.
xiir. Polidoro convertido en sábio y laborioso
restableció sus negocios , tomando
interés en los del R ey ; y envejeciendo los
dos esposos en una feliz tranquilidad f se decían
algunas veces: es preciso confesar que
son dos cosas muy disparatadas el amor del
fausto y la vanidad,... Convengo también en
que el amor de los pedantes y el estudio
de su lenguage, son una locura mas grande
todavia en una muger.....S í, replicó Rosina,
pero yo no podria quexarme » porque le debo
eí conocimiento de Leandro, cuya amistad
y consejos han formado la felicidad de
nuestros dias; pues le soy deudor del buen
orden que este amable sábio ha puesto en
tu razón..... Pero , decía Polidoro , yo no me
quexo mas de mis extravagancias pasadas, porque
sino hubiese sido por ellas, jamás hubiera
tenido ocasion de ser estimado de la
bella T ulia, y de experimentar también su,
buen corazon y el tuyo.
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