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Roderico, duque de la Bética y nieto de Chindasvinto, movilizó sus<br />
tropas ante semejante ataque contra el partido chindasvintano. Los duques<br />
de Gallaecia y Lusitania, del partido nobiliario, le mostraron su apoyo,<br />
y muchas tribus cántabras y astures, unidas por lazos de lealtad al<br />
asesinado Favila, tomaron las armas. Pero las excusas del rey Vitiza calmaron<br />
los ánimos y los soldados volvieron a sus acuartelamientos sin llegar<br />
a luchar.<br />
El rey Vitiza había llegado a ofrecer desposarse con la violada Luz<br />
Vítula para hacerse perdonar su violación; pero eso no era políticamente<br />
conveniente para ninguno de los tres partidos que se repartían el poder<br />
en el reino godo de Spania, y Vitiza terminó matrimoniando con una muchacha<br />
del partido nobiliario. Y Luz Vítula, en cambio, se había retirado<br />
humillada a Causegadia, en las más ásperas montañas, donde podía ocultar<br />
su ira y su vergüenza.<br />
Favila había dejado dos huérfanos: Pelagio y su hermana Adosinda.<br />
Adosinda era hembra, y Pelagio, demasiado niño como para ser duque de<br />
Cantabria, una tierra montañosa poblada por los salvajes astures y cántabros,<br />
además de limitar con los hostiles caristios, aliados de los vascones,<br />
siempre vigilantes ante cualquier señal de debilidad para lanzarse a<br />
correrías y saqueos.<br />
Así que Vitiza nombró nuevo duque a Pedro, un hijo del rey Ervigio y,<br />
por tanto, vitizano ferviente. Algunas tribus astures y cántabras no acogieron<br />
demasiado bien el cambio de duque, pues habían estrechado lazos<br />
de fidelidad personal con la familia de Favila; además, el duque Pedro era<br />
un visigodo puro, a diferencia de Pelagio, en cuyas venas se entremezclaban<br />
las dos sangres. Pero estas tribus no eran lo suficientemente fuertes<br />
como para sublevarse contra el poderoso reino godo, no sin el apoyo del<br />
partido chindasvintano, y tuvieron que envainar las armas y esperar a que<br />
Pelagio creciese y alcanzase la edad suficiente para conducir a sus hombres<br />
a la guerra.<br />
Mientras tanto, Pelagio, su hermana Adosinda y su madre Luz Vítula<br />
se refugiaron entre los fideles del difunto duque Favila, las tribus que habitaban<br />
en lo más escarpado de las montañas, y allí aguardaron a que pasasen<br />
los años y Pelagio creciese. A medida que crecía, se iba convirtiendo<br />
en un peligro mayor para Pedro, duque de Cantabria, y para el rey Vitiza,<br />
pues estaba claro que, además de la belleza de su madre, el muchacho había<br />
heredado el carácter belicoso de su abuelo, junto con su nombre. Un<br />
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