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el partido chindasvintano, sino también el partido nobiliario y los nobles<br />
que dudaban a qué bando apoyar. ¡Maldita sea! Hermano, ¿por qué te has<br />
muerto tan joven?<br />
No entendía cómo alguien podía mirar con nostalgia la época de<br />
Chindasvinto, un tirano envejecido y sanguinario. Sí, había terminado<br />
con las guerras civiles y las sublevaciones durante una generación, pero a<br />
costa de aniquilar a familias enteras de los godos. Un precio demasiado<br />
alto para cualquier persona razonable.<br />
Ahora, tras la muerte de Vitiza, la única oportunidad de los vitizanos<br />
estribaba en conseguir el apoyo de la Iglesia. La Iglesia odiaba las guerras<br />
civiles y revueltas que acaecían tras las elecciones de un nuevo rey, y trataba<br />
de imponer el principio hereditario de la corona.<br />
Por desgracia, su hermano Vitiza se había enemistado con la Iglesia<br />
al negarse a aplicar las leyes antijudías de Egica. Él había discutido con<br />
su hermano sobre la prudencia de enfrentarse a la Iglesia. No se podían<br />
desobedecer impunemente los mandatos de los x v i i y xviii Concilios de<br />
Toledo.<br />
Pero Vitiza consideraba estúpido esclavizar al pueblo judío, privarles<br />
de sus bienes y de su capacidad de comerciar. Los judíos constituían una<br />
fuente importante de ingresos para el reino y si se les exterminaba, como<br />
deseaba la Iglesia, Spania se arruinaría.<br />
Ahora, como represalia, la Iglesia respaldaría las pretensiones de los<br />
chindasvintanos. ¡Oh, sí, fingiría dudar, para obtener aún más concesiones<br />
y privilegios, pero finalmente los apoyaría!<br />
Y el partido nobiliario, evidentemente, también se pondría de parte de<br />
los chindasvintanos. Apoyar a los legítimos herederos del trono era contrario,<br />
por principio, a los intereses del partido nobiliario, que defendía el<br />
caos de la monarquía electiva. Sin duda, exigirían que una de sus herederas<br />
se casase con el maldito Roderico, duque de la Bética y, si Dios no lo<br />
remediaba, próximo rey de los godos y de los hispanos.<br />
Sin embargo, si llegaba a tiempo a Toledo, quizá lograse poner de su<br />
parte a los nobles palatinos del Aula Regia. Y entonces, tal vez consiguiese<br />
defender con éxito los derechos de su sobrino.<br />
Su sobrino Akhila, y no Roderico, tenía que ser el próximo rey. Era<br />
de justicia.<br />
—¡Preparad a todos los soldados disponibles! —ordenó Sisberto—.<br />
¡Partimos mañana!<br />
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