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encarna la fuerza violenta y subyugadora del amor que quebranta los cintos de la<br />
sociedad en la que vive, que no da cabida a las pulsiones de deseo reales de los<br />
individuos, el deseo se tiñe de sensualidad en sus apetitos. En el caso de Ana Ozores<br />
volvemos al prototipo de matrimonio sin amor donde la mujer se siente prisionera de un<br />
vínculo que la oprime limitando sus pulsiones de vida, las dudas y la angustia la<br />
atormentarán durante toda la obra, hasta que al fin, por ceder ante sus deseos acaba<br />
desencadenando una espiral trágica en la que ella misma se ve absorbida. Pese a la<br />
moralidad judeocristiana que condena a Ana a la exclusión social y el castigo por haber<br />
cedido al deseo, el final se nos presenta como un último canto a la supervivencia de la<br />
personalidad vital y deseante de la Regenta, cuando, aprovechando su desmayo, un<br />
acólito afeminado y escuálido se acerca a ella, Clarín explica: “Celedonio sintió un<br />
deseo miserable, una perversión de la perversión de su lascivia: y por gozar un placer<br />
extraño, o por probar si lo gozaba, inclinó el rostro asqueroso sobre el de la Regenta y le<br />
besó los labios. Ana volvió a la vida rasgando las nieblas de un delirio que le causaba<br />
náuseas. Había creído sentir sobre la boca el vientre viscoso y frío de un sapo.” 66 Pese a<br />
haber sido marginada del mundo pequeño burgués de los hombres ella conserva su<br />
propio yo, no se ha asimilado al resto, su interioridad se revuelve ante el contacto con<br />
uno de ellos, Ana ha sido rechazada por la sociedad pero no han conseguido que sea<br />
como ellos, aún siente el asco de la sensibilidad. En las tres mujeres el amor, visto como<br />
sentimiento subversivo, el deseo, desata inquietudes y exploraciones que antes no<br />
conocían, la pasión a través de su subjetividad, enseña nuevos mundos liberadores que<br />
no podrán ser alcanzados plenamente. Las pulsiones de deseo se acentúan a medida que<br />
el tiempo de las novelas avanza y la pasión acaba por estallar. Dante hizo morir a<br />
Beatriz antes de que esto sucediera con su propio deseo, en el realismo heredero del<br />
romanticismo, el amor acaba conduciendo al abismo a las protagonistas. Ellas son seres<br />
que buscan la belleza y la vida, son las gentiles criaturas dantescas que tienen capacidad<br />
para enamorarse, pero ahora, en la sociedad moderna, esa inteligencia del amor no<br />
puede más que desembocar en la pulsión de destrucción. Sus espíritus sublimes no<br />
tienen cabida en un mundo prosaico que anula el deseo y lo condena.<br />
3. La centralidad del deseo en la literatura moderna.<br />
66 Leopoldo Alas (Clarín), La Regenta, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000.<br />
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