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Irene Herranz Benítez - Hermeneia

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obra tuvo la influencia de Dante. En El Aleph, empezamos el relato con la información<br />

de que Beatriz Viterbo murió tras una larga agonía. Esa muerte se vive ligada al<br />

concepto de cambio y de infinito, ya que en este cuento, como en muchas de sus obras,<br />

el eterno retorno y la repetición conviven con la progresión. “Muerta podía yo<br />

consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación. Consideré que<br />

le treinta de abril era su cumpleaños.” 92 Con la muerte de esta Beatriz el poeta puede<br />

empezar a escribir su propio libro de la memoria, refugiado al fin del dolor porque en el<br />

pasado y en los recuerdos no se sufre, ya que se pueden subjetivizar y modificar a<br />

placer. El Dante personaje de este cuento decide cuando poner la fecha de aniversario de<br />

su amada muerta, él transforma la realidad y la rescribe a través de la fantasía y la<br />

deformación del recuerdo. Sus textos están plagados de elementos de cosmovisiones,<br />

metaficciones que a veces rozan el absurdo, fantasía y recreación. Todo es memoria,<br />

construida a través de la ficcionalización del yo y no a través del pasado real de los<br />

hechos. Pero es que, en las fantasías de Borges, es muy difícil distinguir realidad de<br />

ficción, memoria de invención, sueño de vida, ensayo y narración. Las fronteras entre<br />

géneros o temáticas está muy difuminada. Otro personaje de este cuento tiene ecos<br />

dantescos, se trata del primo hermano de la fallecida: Carlos Argentino Danieri, Danieri<br />

es sin duda la fusión entre DANte y AlighIERI en un guiño paródico hacia el autor de<br />

la Vita Nuova. En este texto, como en muchos otros, se reflexiona sobre la capacidad de<br />

transmisión del escritor, sus mecanismos de expresión y sus límites. Cuando el Borges<br />

personaje debe describir el Aleph que ha presenciado en una pequeña esfera en el sótano<br />

de la casa de su amada muerta, dice: “En ese instante gigantesco he visto millones de<br />

actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan<br />

el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue<br />

simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es.” 93 Ahora el tema del<br />

luto de la amada es un juego literario de reminiscencias antiguas que sirve como excusa<br />

para plantear el verdadero debate que al escritor interesa y ya no es la muerte de Beatriz<br />

sino la naturaleza del conocimiento y la posibilidad de la expresión. A través de la<br />

descripción del instante de conocimiento y visión total el relato recupera el pasado<br />

muerto y rompe los límites que separan al lector del escritor y del texto como objeto de<br />

lectura: “vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas,<br />

increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, (...) vi la reliquia<br />

92 Jorge Luis Borges, El Aleph, Madrid, Alianza editorial, 1999. Pág. 176.<br />

93 Op. Cit. Pág. 192.<br />

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