30 cuentos del Magreb - Cuaderno Intercultural
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102<br />
Una mujer se hallaba embarazada y vivía<br />
muy feliz junto a su marido. Pero éste<br />
murió algunas semanas después de que su<br />
niña naciera. La mujer la tuvo que criar sola.<br />
Cuando su hija estuvo en edad de casarse,<br />
varios pretendientes de la misma aldea se presentaron.<br />
La madre los rechazó a todos. Acabó<br />
por aceptar a un hombre vecino de otra aldea.<br />
La muchacha se casó con él y se marchó a la<br />
casa de éste.<br />
Unos meses después, la madre quiso volver a<br />
ver a su hija. Se levantó temprano, colocó un<br />
gran cesto a cada lado de su asno, apretó bien<br />
las correas que los sostenían, puso una vasija<br />
llena de mantequilla en el primero y un cordero<br />
en el segundo. Así se marchó, llevando el animal<br />
<strong>del</strong>ante de ella. En el camino, se topó con<br />
un chacal que cojeaba.<br />
—¿Qué te ha pasado? —le preguntó.<br />
—Se me ha infectado una pata —dijo el<br />
chacal quejándose—, déjame montar en tu<br />
asno.<br />
—Eso es imposible. Ya lleva demasiada<br />
carga —replicó la mujer.<br />
—No debe de pesar demasiado —dijo el<br />
asno—. Déjalo que se suba.<br />
La mujer cogió al chacal y lo puso en el<br />
cesto que contenía la vasija. Como el animal<br />
tenía hambre, no tardó en abrirla. Tras haberse<br />
comido la mitad de la mantequilla, lanzó un<br />
gran suspiro de satisfacción.<br />
—¿Quién llama? —preguntó la mujer intrigada.<br />
—Es el primo de la mitad —respondió burlón<br />
el chacal.<br />
Poco después volvió a suspirar.<br />
—¿Quién llama esta vez?<br />
—El primo <strong>del</strong> fondo —respondió el chacal,<br />
que había acabado con la mantequilla.<br />
Al rato pasaron <strong>del</strong>ante de una higuera llena<br />
de frutos. La mujer decidió detenerse allí. Arrancó<br />
algunas hojas para su asno, cogió algunos higos<br />
y fue a sentarse sobre una piedra. Estaban maduros<br />
y muy dulces. Mientras la mujer comía con<br />
gusto, el chacal abandonó el cesto en el que se<br />
encontraba para pasar al otro, donde estaba el<br />
cordero. Paralizado por el miedo, el pobre murió<br />
sin siquiera gritar. Cuando la mujer retomó el<br />
camino con su asno, vio la sangre <strong>del</strong> cordero<br />
que chorreaba a través <strong>del</strong> cesto.<br />
—¿De dónde sale esta sangre? —preguntó<br />
inquieta.