30 cuentos del Magreb - Cuaderno Intercultural
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98<br />
Un chacal y un erizo habían plantado zanahorias.<br />
Cuando llegó el momento de<br />
recogerlas, el chacal quiso repartirlas.<br />
—¿Prefieres lo que está bajo tierra o lo que<br />
sale de ella?<br />
Tentado por las bellas hojas verdes, el erizo<br />
respondió:<br />
—Lo que sale de la tierra.<br />
Cortó las hojas y llenó varios sacos. Pero<br />
eran tan amargas que no pudo comerlas.<br />
El chacal desenterró las zanahorias. Eran<br />
dulces y se alegró de haber podido engañar a<br />
su compañero tan fácilmente.<br />
En otra ocasión, el chacal y el erizo plantaron<br />
trigo. Cuando estuvo maduro, el erizo,<br />
recordando su experiencia anterior, se apresuró<br />
a elegir lo que se hallaba bajo tierra. El chacal<br />
aceptó de inmediato. Al verse nuevamente<br />
engañado, el erizo protestó:<br />
—Siempre te llevas lo mejor cuando yo he<br />
trabajado tanto como tú. ¡Es realmente injusto!<br />
—¡Pero si siempre te dejo elegir a ti! ¿Cómo<br />
te atreves a protestar? —respondió el chacal,<br />
fingiendo sorpresa.<br />
Y para demostrar su buena voluntad, propuso<br />
atribuir el trigo al más veloz de los dos.<br />
Pensaba que así no corría ningún riesgo, pues<br />
sabía que corría mucho más rápido que el<br />
erizo.<br />
—Vamos a hacer una carrera —dijo—.<br />
Iremos desde este montón de piedras a aquella<br />
higuera que se encuentra al final de este<br />
campo. El que llegue primero se queda con<br />
todo el trigo.<br />
—Hace demasiado calor para andar corriendo<br />
ahora —señaló el erizo—. Prefiero que<br />
hagamos la carrera temprano, mañana por la<br />
mañana.<br />
El chacal aceptó. Durante la noche, el erizo<br />
fue a ver a sus hermanos y les pidió que se<br />
colocaran a lo largo <strong>del</strong> recorrido. Así lo hicieron,<br />
de madrugada. Un poco después llegaron<br />
los dos corredores. El cuervo, con un graznido<br />
breve, dio la señal de salida. El chacal se puso<br />
a correr. De nada valía que corriera cada vez<br />
más rápido: siempre veía al erizo <strong>del</strong>ante de él.<br />
En la llegada también había uno, bajo la higuera.<br />
El chacal tuvo que reconocer que había perdido,<br />
sin comprender cómo había ocurrido.<br />
Así, el erizo se quedó con todo el trigo.<br />
Tras la carrera, el chacal sintió sed.<br />
—Vamos a beber algo —propuso.