30 cuentos del Magreb - Cuaderno Intercultural
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dátiles. Luego la colocó encima de su cabeza y<br />
regresó a su casa con sus hijos. Aquella noche<br />
preparó un verdadero festín. Su marido, al<br />
regresar, se sintió intrigado por el exquisito<br />
aroma que salía de la casa.<br />
—¿Y de dónde ha salido toda esta comida?<br />
—preguntó.<br />
Como su mujer no le respondía, el felá<br />
montó en cólera y comenzó a elevar la voz.<br />
—Mamá la cogió en una casa muy grande<br />
—le respondió, rascándose, el hijo menor.<br />
—¿De qué casa se trata, niño tiñoso?<br />
—La casa que está rodeada de palmeras…<br />
—¿Y dónde está esa casa?<br />
—No lo sé.<br />
—¡Indicadme dónde se encuentra esa casa!<br />
—gritó el hombre.<br />
—Detrás de una colina, cerca <strong>del</strong> camino<br />
que lleva a la ciudad —le explicó su hijo<br />
mayor.<br />
—Mañana mismo me llevaréis hasta allí<br />
—dijo el padre, ya más tranquilo.<br />
Partieron al día siguiente. Como en la víspera,<br />
la casa estaba abierta y no había nadie en<br />
ella. La mujer llenó rápidamente de comida la<br />
cesta que había llevado.<br />
—Sírvete deprisa antes de que lleguen los<br />
dueños —aconsejó a su marido mientras salía<br />
apresuradamente.<br />
En lugar de escucharle, éste se puso a visitar<br />
cada rincón de la casa. Luego comenzó a<br />
comer. Se sentó y cogió una naranja, un<br />
puñado de dátiles y varios cuernitos de gacela.*<br />
Comenzó a imaginar que aquella casa<br />
le pertenecía. Se entretuvo tanto que la<br />
dueña de la casa acabó por sorprenderlo. Era<br />
una vampiresa horrible, un ser monstruoso<br />
con largos dientes acerados, enormes garras<br />
puntiagudas y una cabellera tan abundante<br />
que la iba arrastrando por el suelo. Muy<br />
enfadada por haber encontrado al hombre<br />
allí, lo cogió por la nuca y lo sacudió violentamente.<br />
—¿Por qué has entrado en mi casa?<br />
—Es que tenía hambre y la puerta estaba<br />
abierta…<br />
—Ésa no es razón para que te introduzcas<br />
en mi casa. Pero ¿quién te ha enseñado el<br />
camino?<br />
—Fue mi mujer.<br />
—¿Y dónde está?<br />
—Ha vuelto a casa.<br />
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