30 cuentos del Magreb - Cuaderno Intercultural
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H<br />
acía varios días que el león cojeaba. El<br />
chacal se dio cuenta de ello.<br />
—Parece ser que te cuesta caminar —le dijo.<br />
—En efecto, me duelen las patas —se quejó<br />
el león.<br />
—Deja que te ayude, te aseguro que pronto<br />
vas a estar curado.<br />
El león aceptó y siguió lentamente al chacal.<br />
Llegaron cerca de un corral en el que había<br />
unas vacas.<br />
—Necesito ésta —explicó el chacal, señalando<br />
la más gorda—. Con su piel, te haré unas<br />
vendas que te aliviarán.<br />
A pesar de sus dolores, el animal logró dar<br />
un salto y matar a la vaca, que arrastró penosamente<br />
hasta su cueva.<br />
—Comamos un poco —propuso el chacal—.<br />
Luego te curaré.<br />
—Después <strong>del</strong> esfuerzo que acabo de realizar,<br />
ya no me quedan fuerzas para comer<br />
—dijo, gimiendo, el león.<br />
—Voy a ocuparme de ti inmediatamente.<br />
El chacal cortó la piel de la vaca en largas<br />
tiras, que enrolló alrededor de las patas <strong>del</strong><br />
león ajustándolas muy bien. Luego cosió sólidamente<br />
cada una de las vendas.<br />
—Échate ahora sobre tu espalda y pon las<br />
patas al sol. Cuando las vendas se hayan secado,<br />
tus dolores comenzarán a desaparecer.<br />
El león obedeció y se quedó esperando sin<br />
moverse a pleno sol. Mientras tanto, el chacal<br />
cortaba la vaca en pedazos que iba llevando a<br />
su casa. Cuando hubo acabado, les dijo a sus<br />
vecinos:<br />
—El león está enfermo. Deberíais visitarlo.<br />
Al día siguiente, varios animales fueron<br />
hasta su cueva. Lo encontraron en un estado<br />
deplorable. Las tiras de piel de vaca habían<br />
encogido al secarse. Comprimían las patas<br />
<strong>del</strong> animal y lo hacían sufrir atrozmente. El<br />
infeliz ya no podía levantarse ni tampoco<br />
caminar.<br />
—Alguno de vosotros debe conocer un<br />
remedio que me alivie —rugió el león.<br />
Nadie se atrevió a proponer algo. Como<br />
insistía, una paloma, que quería vengarse de<br />
uno de sus enemigos, dijo tímidamente:<br />
—He oído decir que la sangre de erizo es<br />
muy eficaz para aliviar los dolores de patas.<br />
—Gracias por tu consejo —dijo el león.<br />
El erizo llegó un poco más tarde, después<br />
de que la paloma se fuera.