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18<br />
Maricruz Patiño<br />
El lenguaje fecundo<br />
de Enriqueta Ochoa<br />
¿Quién ha descifrado<br />
el alto sentido<br />
del cuerpo terrestre?<br />
¿Quién puede decir<br />
que comprende la sangre?<br />
novalis<br />
Cantos espirituales, himno VII<br />
Enriqueta Ochoa es, sin lugar a dudas, una de las voces poéticas más importantes<br />
del siglo XX, y como suele suceder en lo que respecta a la poesía escrita<br />
por mujeres, no ha tenido el reconocimiento que debería, al igual que otra de<br />
sus contemporáneas, la poeta Dolores Castro, y que pertenecen a la misma generación<br />
de Rosario Castellanos. Es por ello que considero oportuno revisitar, aunque<br />
sea brevemente, dos poemas esenciales en su producción literaria.<br />
Las urgencias de un Dios y Las vírgenes terrestres representan el núcleo más importante<br />
y orgánico del corpus poético de Enriqueta Ochoa, en el que por encima<br />
de su alto tono místico sobresalen ante todo la fuerza de la imagen, la intensa analogía<br />
y una intuición natural, diría yo casi respiratoria, de un ritmo inmanente al<br />
canto: la agonía emocional de saberse un ser para la muerte, el lamento terrible y romántico<br />
ante el llamado de la Eternidad. El regreso al padre y al hogar que desde la<br />
profunda intimidad nos llama desde el día de nuestro nacimiento:<br />
Soy la furia salvaje de una criatura<br />
abandonada en el monte<br />
sin conocer más padre que el sol que ha requemado mi epidermis<br />
ni más madre que ese lamento de gris tierra<br />
que indefinidamente me derrumba y me levanta.<br />
Una urgencia por Dios toma el vocablo<br />
alforja 39 | invierno 2006<br />
Foto cortesía de Enriqueta Ochoa<br />
declara la poeta en Las urgencias de un Dios. Sin embargo, la idea de Dios es aquí<br />
la de un dios visible únicamente a través de la carne, tierra fértil en la que la divinidad<br />
germina:<br />
¿Cuál es tu Dios, tu identidad,<br />
y la región que habitas?, digo:<br />
—Mi tierra es la región del embarazo y yo soy la semilla donde Dios<br />
es el embrión en vísperas<br />
como afirma más adelante en el mismo poema. La subyacente aparición de elementos<br />
especulativos y narrativos queda velada en un himno de largo aliento, de ritmo<br />
entrecortado en la agitación de quien descubre en su canto una blasfemia:<br />
enriqueta ochoa 19