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Foto cortesía de Enriqueta Ochoa<br />

38<br />

He aquí la razón por la cual no debemos perder de vista el poemario Retorno<br />

de Electra, donde la poeta norteña se entrega sin reservas ni condiciones,<br />

sin máscaras ni poses, a corazón abierto y sin falsedades,<br />

con el temple característico de la gente norteña.<br />

Recordemos que esta generación empezó a publicar en los años de<br />

1950, y como toda la poesía que se escribió en esa época, la de Enriqueta<br />

Ochoa tiene una manufactura personal, así como un tono íntimo,<br />

por lo que genera una propuesta individualista donde el yo poético es<br />

el detonante de las circunstancias en su labor literaria. Este estudio de<br />

caso inicia cuando en el poema “Triple habitación” extraído de su primer<br />

libro, Las urgencias de un Dios, la poeta nos dice al final del mismo:<br />

[…] Yo crecí en sus múltiples sustancias<br />

y toda Yo quedé transfigurada<br />

en la obsidiana lumbre de sus ojos […]<br />

Podrían estos versos entenderse como el génesis del yo poético dentro<br />

de su obra. Al mismo tiempo quisiera explicar el contenido de dicho<br />

poema, pero prefiero sembrar en la conciencia del posible lector<br />

la duda y el cosquilleo de averiguarlo por sí mismos y recurrir a las páginas<br />

del libro de la autora en cuestión. Sin embargo, como se dijo antes,<br />

el yo de la primera persona del singular se convierte en una constante<br />

poética dentro de su quehacer biográfico literario.<br />

alforja 39 | invierno 2006<br />

Si bien un poeta parte de la vivencia para iniciar o provocar su creación,<br />

la mayoría de la obra de un poeta se compone de un noventa y<br />

nueve por ciento de experiencias íntimas y personales, como dijera el<br />

poeta argentino Jorge Luis Borges:<br />

El poeta siempre escribe un mismo poema en toda su vida, desde diferentes<br />

perspectivas, de acuerdo con su estado de ánimo […] lamentable<br />

e inexorablemente el poema siempre será biográfico. 3<br />

Y es por medio del yo poético que el poeta se descubre, asimismo, como<br />

una caja de Pandora o un laberinto de dudas que le permiten crecer y<br />

desarrollar su intelecto a través de las respuestas que da a las preguntas<br />

que trae en su interior. Donde el yo y el mi se convierten en el soy.<br />

Esta acción la demuestra el autor de varias maneras donde la metáfora<br />

tiene a bien resolver el plano lírico. Ante tal divagación retórica, gramática<br />

y literaria, Enriqueta Ochoa no es la excepción.<br />

Es en los momentos de intimidad cuando Ochoa reflexiona y razona<br />

sus necesidades, y en la lucha por sobrevivir ante sus posibles cuestiones<br />

versiles se torna elemento natural; entonces, amorosa y pensativa<br />

se desnuda, se declara y se presenta de la siguiente manera:<br />

y yo envejezco aquí traspasada de urgencias […]<br />

Soy la virgen terrestre espesa de amargura […]<br />

Yo me miro y no soy sino una cripta en llamas […]<br />

Porque yo soy la que soy […]<br />

iii. la generación del yo<br />

Regresando a la generación de los poetas ya mencionados, la enumeración<br />

que presento es con el único fin de escudriñar en la retórica de<br />

cada uno de ellos y poder rescribir los versos que apoyen y avalen mi<br />

hipótesis sobre la teoría del yo poético.<br />

a) Dolores Castro (Aguascalientes, 1923), en su ejemplo, vuelca su poética<br />

del yo por medio de los cuatro elementos naturales, como se puede<br />

apreciar en los siguientes versos: 4<br />

Quiero decir ahora<br />

que yo amo la vida.<br />

Yo he de dormir en el viento.<br />

3 Esteban Peicovich, Borges<br />

el palabrista, Letra Viva,<br />

Madrid, 1980, p. 22.<br />

4 Dolores Castro, No es el<br />

amor el vuelo. Antología<br />

poética, sel. y present. de<br />

Manuel Andrade, Lecturas<br />

Mexicanas, tercera<br />

serie, núm. 55, Conaculta,<br />

México, 1992.<br />

enriqueta ochoa 39

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