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7 Jaime Sabines, Nuevo<br />

recuento de poemas,Joaquín<br />

Mortiz, col. Biblioteca<br />

Paralela, México,<br />

1977.<br />

8 Enriqueta Ochoa, El retorno<br />

de Electra, México,<br />

Lecturas Mexicanas, segunda<br />

serie, núm. 72,<br />

Diógenes, SEP, 1987.<br />

42<br />

en los lineamientos de la poesía. Esto se debe, según mi visión crítica de<br />

la obra de Jaime, a que su yo poético es el yo vivencial de cualquier ser humano,<br />

no importa profesión ni oficio, así como tampoco raza o credo:<br />

Yo no lo sé de cierto pero supongo:<br />

Yo no soy el autor del mar<br />

Yo soy: ahora, aquí, siempre jamás.<br />

Tarumba:<br />

Yo voy con las hormigas<br />

entre las patas de las moscas.<br />

Yo voy con el suelo, por el viento,<br />

en los zapatos de los hombres […] 7<br />

Lo único que puedo reafirmar ante tal caso: “Lento animal que soy,<br />

que he sido […]”. No hay palabras que definan lo indefinible.<br />

e) Por razones cronológicas es que vuelvo a la poeta que nos incumbe,<br />

Enriqueta Ochoa (Torreón, Coahuila, 1928), quizá la poeta más centrada<br />

después de Sabines. Ella, al igual que el chiapaneco, nunca dejaron<br />

atrás el tono provinciano de su quehacer literario, donde la madre, el<br />

padre, el hijo, la casa, el campo, el pueblo, la vida y la muerte son un<br />

rito dentro de los parámetros de su arte poético.<br />

El yo que Enriqueta maneja traspasa las fibras más sensibles de cualquier<br />

coraza en movimiento. Los ejemplos que presento son extraídos<br />

de su poema 8 más reconocido. Aquí, el yo poético es un delgado hilo<br />

suspendido entre la vida y la muerte:<br />

Para poderte hablar,<br />

así de frente,<br />

yo tuve que echarme toda una vida<br />

a llorar sobre tus huesos […]<br />

Padre Yo soy Pedro y Santiago,<br />

yo soy el viscoso miedo […]<br />

Soy el martillo cayendo sobre tus clavos;<br />

Soy la que compartió el dolor anticipado […]<br />

Ahora,<br />

para afirmar la talla<br />

con que tu amor me hizo,<br />

sólo queda una espina:<br />

la palabra.<br />

alforja 39 | invierno 2006<br />

La carga de dolor que contiene el canto del Retorno de Electra es una<br />

de las motivaciones para que el lector haga suyo el poema, junto a la<br />

pena misma de la pérdida de un ser amado como lo es el padre, en este<br />

caso. Esta es la forma que la poeta adopta y con la que logra transmitir<br />

sus emociones en carne viva.<br />

f) Finalmente, el maestro Eduardo Elizalde (ciudad de México, 1929)<br />

es el único coetáneo de Enriqueta Ochoa con quien comparte no sólo el<br />

soplo generacional, sino también el yo poético tan recurrido. La postura<br />

de este poeta respecto al tema que hemos tratado hasta aquí se<br />

ampara bajo la sombra del intelecto, pues sus poemas, casi siempre de<br />

índole vivencial, mezclan en su sentir la imagen como teoría o licencia<br />

literaria, la cual funciona de tal forma que permite al lector reflexionar<br />

más allá del texto mismo:<br />

Si yo pudiera decir todo esto es un poema<br />

Yo creo que se requiera de algo más sólido<br />

que el desnudo valor para irse ahí,<br />

con ese ron y esa locura […]<br />

Y es cierto:<br />

yo la vi embellecer contra mi vida. 9<br />

La continuidad que Lizalde lleva en su labor escribana, hace que su<br />

yo poético revele un eco al estilo de Ezra Pound, donde la práctica de<br />

la poesía misma va unida la teoría que nos hace razonar y reflexionar<br />

en el porqué de la escritura, volviendo a la poesía un ente maravilloso,<br />

capaz de ser un estilo de vida para cualquier ser humano.<br />

Quede entonces asentado por qué considero al grupo de la década<br />

de 1920 como la generación del yo poético, llevando como bandera el<br />

sentir y la palabra de Enriqueta Ochoa quien, junto con Dolores<br />

Castro y Rubén Bonifaz Nuño, entre otros, son para gusto y orgullo<br />

mexicano, nuestras metáforas vivientes. <br />

Federico Corral Vallejo. Parral, Chihuahua, 1969. Diseñador gráfico, editor,<br />

ensayista y poeta. Entre sus libros publicados están: Vomitar mi muerte (2002),<br />

Retrato hablado (2003), Sin fecha de caducidad (2004), En busca de un somnífero<br />

(2005), Retórica caricia (2006) y Los latidos del corazón (2006). Recibió el Premio<br />

Nacional de Poesía Carlos Pellicer para obra publicada 2002 y el Premio Internacional<br />

de Literatura Brasil-Hispanoamericano 2006. Es director general<br />

de Tintanueva Ediciones. [tn_federico@yahoo.com.mx]<br />

9 Eduardo Lizalde, Antología<br />

impersonal, México,<br />

Lecturas Mexicanas, segunda<br />

serie, núm. 20, SEP,<br />

México, 1986.<br />

enriqueta ochoa 43

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