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4.
Si fuese capaz de llorar
un sol blando
resaltaría el polvo de las rutas
por las cuales se relatan y describen
mis afanes quebrantados.
5.
Los caballos azules
los caballos verdes
de las corrientes del mar.
En ellos has cabalgado.
En su fuerza has depositado la oscura marea del suicidio
cuando estás anclado en ti mismo
y la sal que trae la brisa te humedece los ojos.
6.
Un hombre que mira hacia el fondo de la tarde
es un suicida que se despeña
desde lo alto del sol a la vertiente de la oscuridad.
Un hombre que mira el atardecer
y se precipita hasta la noche
ya agotó su fuga por la vida.
El que mira es alguien cuyo sosiego
poco tiene que ver con la luna llena.
alforja 39 | invierno 2006
En una panadería de caracas
fotos de aquellos señores
que fueron mis abuelos, alrededor,
si pudiésemos oír su algarabía
niños
sobre piras de café montados
igual que montañas de oro
o un vestido regio
cuando el precio del café caía
Declaración del alpinista
—¿Por qué escalar el Everest,
me dije, cuatro veces,
tropezar con un cadáver
magro entre las cuerdas
por el hielo?
¿Por qué volver los ojos
empañados
cuando muerde el iris
la cima del mundo
mientras toso de angustia?
—Porque es peligrosa
y porque es fría la montaña
volvería en mi intento.
De La épica del padre, 2002.
Yolanda Pantin
miscelánea 91