Ver revista PDF - Alforja
Ver revista PDF - Alforja
Ver revista PDF - Alforja
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Enriqueta Ochoa flanqueada por José Vicente Anaya y Alejandro Sandoval. Foto de MLMP<br />
22<br />
sagrado” —y que alude a uno de los versos de la autora en el poema “Amor”—,<br />
Enriqueta confiesa: “Siempre que escribía sentía una voz que me dictaba y ella nunca<br />
me autorizó hacer público esos dictados. La desobedecí. Yo le tenía miedo a la voz<br />
que me dictaba y yo pensaba: es de Dios.”<br />
Adentrarse en el límite de “la otra orilla” es sin duda una de las experiencias más<br />
intensas a las que puede aspirar el poeta-vidente. En el mismo texto encontramos,<br />
más adelante, una confesión explícita: “Soy sincera, yo no tengo ninguna gracia aquí.<br />
La gracia viene realmente de otra parte. No soy más que un instrumento a través del<br />
cual una voz me va dictando la hora, el lugar que sea, en auto o a pie, dormida o<br />
despierta. Eso me ha sucedido ahora y siempre.”<br />
Materia dispuesta para el instante fecundo, la identidad poética de Enriqueta<br />
Ochoa es, como dice Bachelard en la Intuición del instante, la síntesis exacta de la<br />
alforja 39 | invierno 2006<br />
novedad y la rutina, el hábito restituido en su novedad, el tedio y la elevación, la suma<br />
de dos percepciones que se funden en el alumbramiento de la imagen luminosa<br />
y terrible con la que cierra las Urgencias de un Dios:<br />
Quiero que muerda el corazón del mundo<br />
que sepa del sol,<br />
de los astros, del viento<br />
de lo grande y de lo mínimo.<br />
Quiero en Dios al hijo que creciendo<br />
en plenitud reviente el cerco falso<br />
y destruya las fronteras<br />
y la celda ficticia y demudada<br />
del concepto y la carne.<br />
Lo quiero levantando su imperio al aire libre,<br />
desnudo, limpio, imperturbable y sano,<br />
respirando hondo y fuerte del aliento rotundo de la tierra.<br />
En los laberintos de la voz profunda, las ambivalencias que genera la revelación entre<br />
éxtasis y temor crean un tiempo vertical de ascenso y descenso, manteniendo al<br />
alma en un nivel de flotación, para usar el lenguaje de los buzos, que no se puede<br />
describir en tiempos sucesivos, pues sentimientos tan encontrados tienden a fugarse<br />
hacia una metafísica inmediata, que nos da la ilusión de la trascendencia del drama<br />
poético esencial, la verdadera poesía no será jamás una vulgar descripción de emociones,<br />
alegrías y penas pasajeras, la palabra poética nos toma por asalto, se vive en<br />
un solo instante inmovilizando el tiempo, y es ese el alto tono desde el que habla la<br />
poeta en el canto V de Las vírgenes terrestres:<br />
En esta breve intensidad<br />
no logran retenerme los desvaríos blandos<br />
o el ímpetu del sueño.<br />
La tierra es ruda, trémula, ardorosa,<br />
y se me expande dentro.<br />
El vértigo sanguíneo esplende<br />
arrebatando al canto<br />
y ni le puedo contener el paso<br />
ni sustraerme a los labios<br />
que se me caen al papel como dos brasas.<br />
Sin duda, la obra de Enriqueta Ochoa señala la verdadera intensidad del verbo porque<br />
su voz apunta hacia esa intuición original que orienta al alma en pos de su propio<br />
misterio, sus versos condensan y a la vez liberan esas palabras recogidas en el<br />
fuego de la visión, dando conciencia a la fuerza irracional, así como cauce y sentido<br />
a ese momento luminoso de la ensoñación poética, estado de asombro y temor, por<br />
el que transitan los raptos de su intensidad poética. <br />
enriqueta ochoa 23