Caso Scala.pdf - Virus Editorial
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CASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MÁS<br />
gritó uno de ellos—.<br />
Yo medía un metro setenta y dos y era delgaducho como él, pero<br />
estoy seguro de que en la calle, cuerpo a cuerpo y sin armas, lo hubiese<br />
molido a palos. Pero estaba en un cuarto de tortura, esposado a la espalda<br />
y con una pandilla de matones enormes.<br />
A mitad del tercer asalto del combate, entró en el cuarto de torturas<br />
otro policía secreta que no había participado en la detención.<br />
Era un hombre alto, vestido con traje y corbata, entrado en años y<br />
con el pelo cano.<br />
—¡Parad ya, cabrones, que vais a matar al chaval! ¡Fuera todos, después<br />
arreglaré cuentas con vosotros!<br />
Salieron y me quedé solo con el nuevo.<br />
Me quitó las esposas, me hizo sentar en la silla y se sentó en el sillón,<br />
al otro lado de la mesa.<br />
—¡Qué animales son! ¡Te van a destrozar si no colaboras, chaval!<br />
Cuéntame todo a mí y se acabaron los interrogatorios. Ya sé que no<br />
tienes nada que ver con el atraco de Tarragona y también sé que no<br />
tienes armas. La burocracia es así y los de arriba han tardado tanto que<br />
no sabíamos por qué estabais detenidos, y como alguien nos había dicho<br />
que escondíais armas, teníamos que averiguar la verdad.<br />
—¿Quieres agua?<br />
—Bueno.<br />
Me ofreció un vaso de agua y lo bebí de golpe, tenía la boca seca.<br />
—¿Fumas?<br />
—Si.<br />
Me quitó las esposas y me ofreció un cigarrillo rubio.<br />
—Mira chaval —prosiguió—, estáis metidos en un buen lío. Habéis<br />
quemado la sala de fiestas <strong>Scala</strong> de Barcelona y, por el momento, hay un<br />
muerto y cuatro desaparecidos. Sabemos todo lo que hicisteis desde el<br />
sábado al mediodía. Tu compañero Arturo está detenido desde esta<br />
mañana y a Pepe acaban de detenerlo ahora, no tardará en llegar; si me<br />
cuentas dónde está el resto del comando, se acabaron las torturas.<br />
—No sé de qué me habla —le dije—.<br />
No pude terminar el cigarrillo, se levantó del sillón y me dio un<br />
guantazo con la mano girada, de tal modo que lo que quedaba de ciga-<br />
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PUNTO DE INFLEXIÓN<br />
rrillo se apagó en mi mejilla derecha.<br />
—Lo sabemos todo, como te he dicho, y también sabemos que el<br />
<strong>Scala</strong> no se quemó con los cócteles que tirasteis en la puerta de entrada,<br />
pero desde arriba quieren haceros pagar a vosotros. Ahora sólo nos falta<br />
detener al resto del comando.<br />
—Tenemos las declaraciones elaboradas, sólo necesitamos que nos<br />
digáis dónde está el resto de vuestros compañeros y que firméis las declaraciones.<br />
Hemos conseguido un permiso del juez para teneros aquí<br />
diez días más, si no habéis colaborado en setenta y dos horas, y la verdad<br />
es que ya han pasado diecisiete y el tiempo se agota.<br />
—No sé de qué me habla —repetí, aunque parecía claro que lo sabían<br />
todo—.<br />
—Bueno, yo lo he intentado por las buenas, pero se me ha agotado<br />
la paciencia, te dejo con ellos de nuevo.<br />
Salió del cuarto de interrogatorio y momentos después entraron cuatro.<br />
—¡Hijo de puta! ¿Cómo te has quitado las esposas, cabrón?<br />
Y empezaron a golpearme de nuevo.<br />
—Bueno, ya ves que ahora somos menos —dijo uno—. Antes<br />
podíamos dedicarte todo el tiempo a ti, pero ya hemos detenido a Arturo<br />
y a Pepe y tenemos que repartirnos el trabajo.<br />
—Escucha —dijo otro—.<br />
Del cuarto de interrogatorios contiguo llegaban estremecedores gritos<br />
de terror.<br />
—¿Lo oyes? Es «el Enano». Mira como grita el muy maricón, si es lo<br />
que yo digo, en la calle sois muy valientes, pero aquí sois una puta mierda.<br />
De nuevo me esposaron de modo que mis muñecas y la silla quedaran<br />
atrapadas.<br />
—Nos hemos follado a tu novia los cuatro, folla bien la cabrona y le<br />
hemos dado mucho gusto. ¿No te importa, verdad? Vosotros estáis por<br />
el amor libre.<br />
—Hemos pensado que ya que no quieres colaborar, la traemos aquí<br />
y nos la follamos delante de ti, a vosotros os gusta eso de mirar.<br />
No sabía si realmente lo habían hecho o no, sabía que eran capaces<br />
de eso y de mucho más.<br />
—Por cierto —dijo otro— la novia del «Enano» está embarazada