Caso Scala.pdf - Virus Editorial
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CASO SCALA. TERRORISMO DE ESTADO Y ALGO MÁS<br />
militante de las JRE—. Nuestra misión consistía en dar un mitin de<br />
cinco minutos en la hora del patio, explicando la tabla reivindicativa.<br />
Saltándonos todas las normas de seguridad y contraviniendo el<br />
acuerdo de la Asamblea General, dimos un mitin de media hora, después<br />
estuvimos una hora con una clase que tenía libre, la siguiente hora<br />
con otra clase que tenía libre y, a la salida de clases del mediodía, volvimos<br />
a dar otro mitin. Llegó la policía y nos detuvo a los cuatro.<br />
Pasamos las preceptivas setenta y dos horas en comisaría, en la de<br />
Via Laietana, nos dieron alguna que otra hostia porque no sabían que<br />
éramos militantes trotskistas. Al tercer día nos llevaron al Palacio de<br />
Justicia y de allí salimos en libertad provisional previo pago de una fianza<br />
de 10.000 pts. cada uno.<br />
Mi padre tomó la decisión de llevarme a París, a casa de Ángel Rozas,<br />
con la intención de exiliarme políticamente y de apartarme de mis compañeros<br />
trotskistas.<br />
Una vez en París, Ángel Rozas le dijo a mi padre que era una tontería<br />
exiliarme por ese delito, que si no me presentaba cada quince días<br />
ante el Juzgado, me declararían en busca y captura, me juzgarían en rebeldía<br />
y no podría regresar a España hasta que hubiese una amnistía; y<br />
nadie sabía cuándo podía suceder eso. Le dijo además que si me presentaba<br />
a firmar cada quince días, lo más seguro era que ni siquiera hubiese<br />
juicio.<br />
Mi padre le dijo que bueno, que la única manera de alejarme de los<br />
trotskistas era exiliarme en París, y ahí intervine yo:<br />
—Tengo la dirección de la LIRCI (Liga Internacional por la Reconstrucción<br />
de la IV.ª Internacional), tarde o temprano los encontraré y<br />
seguiré con los trotskistas aquí, en París.<br />
Finalmente decidieron que regresara a Barcelona.<br />
Una vez de vuelta a casa, mi padre, convencido de no poder evitar<br />
que me viera con los míos, decidió que, si quería seguir cobrando la paga<br />
de fin de semana (300 pts.), tenía que ayudarle cada día a montar y empaquetar<br />
las revistas del PSUC y, además, ayudarle a hacer los repartos.<br />
Acepté el castigo y lo utilicé para incluir, en dos ocasiones, octavillas<br />
y revistas del PORE. En cuanto se dieron cuenta, dedujeron que era yo<br />
y me prohibieron ese trabajo de por vida.<br />
12<br />
El Ministerio de Educación y Ciencia decidió que alguien tenía que<br />
pagar nuestra detención, enviaron una circular al instituto y me llamó<br />
el jefe de Estudios.<br />
—Usted repite 4.º —me dijo— y, como no asiste a clase casi nunca,<br />
tampoco va a aprobar este año. Sus compañeros están cursando COU y es<br />
muy probable que el año que viene vayan a la Universidad. Usted decide.<br />
Le dije que me echara las culpas a mí.<br />
Al mes siguiente llegaba una comunicación del Ministerio de Educación<br />
y Ciencia de Madrid, mediante la cual me prohibían presentarme<br />
a exámenes al menos durante los cuatro años siguientes.<br />
Como me habían obligado a dejar de ser estudiante y tampoco era<br />
obrero, pasé a militar en el sector «barrios», concretamente en el barrio<br />
de Verdum, distrito de Nou Barris.<br />
Tenía 16 años de edad, a punto de cumplir los 17, la situación familiar<br />
resultaba cada vez más insostenible, no había manera de que mi<br />
padre y yo llegáramos a entendernos; y eso lo pagaba mi madre con<br />
broncas casi diarias.<br />
En el barrio de Verdum conocí a un compañero de la construcción,<br />
Plácido, antiguo militante del PORE, y éste me ofreció ir a vivir a un piso<br />
que tenía alquilado en el barrio, aun a sabiendas de que yo no trabajaba ni<br />
tenía dinero para comer. Esa misma tarde fui a casa de mis padres, hice la<br />
mochila y dejé una nota sobre la mesa del comedor: «Me voy de casa. Ya<br />
os llamaré». Dos meses más tarde convencía a mi padre para que se personara<br />
en los Juzgados y firmara mi independencia, cuatro años antes de<br />
la mayoría de edad legal (antes era a los 21). Ya era mayor de edad.<br />
Por aquellas fechas abandoné mi militancia en las JRE; de hecho no<br />
había militado nunca, pues nunca hice nada de lo que la dirección decía<br />
que tenía que hacer, ni siquiera leí jamás ni intenté vender ninguna Aurora<br />
(publicación del PORE).<br />
Los compañeros y compañeras del barrio que militaban en el PORE<br />
o en las JRE también dejaron de militar. Bandera Roja, de inspiración<br />
maoísta, nos invitó a unas jornadas intentando captarnos pero no lo<br />
consiguieron.<br />
Hacia el mes de marzo de 1977, con todos los partidos y sindicatos<br />
legalizados, llegó el dilema de afiliarnos o no a un sindicato. Final-<br />
13<br />
PREFACIO