Nuestro llamado en la educación - Evangelical Lutheran Church in ...

que den la bienvenida a los niños y los cuiden como participantes con
todos sus derechos en sus comunidades. Como dones de Dios, los niños
son fuente de esperanza, alegría, placer y también obligación.
- como criaturas pecaminosas y agentes morales. Los niños,
“renacidos” en el bautismo, comparten la solidaridad e igualdad del pecado
comunes a todos (Romanos 3:10). Además, los niños son agentes morales
que tienen grados progresivos de responsabilidad por lo que hacen y que
pueden actuar en formas que son egoístas y perjudiciales para sí mismos y
para los demás. Reconocer que los niños son pecaminosos nunca es una
licencia para abusar de ellos y tratarlos de manera inhumana; más bien es
una advertencia contra un punto de vista idealista de los niños como seres
principalmente inocentes que automáticamente aman a Dios y a los demás.
Los niños, por lo tanto, necesitan que se les forme para su vocación, y esto
con amabilidad y amor.
Los niños son tanto:
- completamente humanos y hechos a imagen de Dios. Los niños,
por lo tanto, son merecedores de la dignidad y respeto debidos a todos los
seres humanos. Jesús fortaleció la dignidad de todos los niños al darles la
bienvenida y bendecirlos y decir que a ellos pertenece el reino de los cielos
(Mateo 19:14, 15).
- como seres en desarrollo que necesitan instrucción y guía. Los niños
requieren protección y guía para llegar a ser adultos maduros desde el
punto de vista intelectual, moral y espiritual.
Los niños son tanto:
- modelos y maestros de fe. De una manera sorprendente, Jesús
pregonaba que los niños eran maestros de los adultos. “Les aseguro que
a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el
reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más
grande en el reino de los cielos” (Mateo 18:3, 4).
- como huérfanos, prójimos y extranjeros necesitados de justicia
y compasión. La Biblia también nos recuerda que los niños pueden
encontrarse entre los miembros más vulnerables de la sociedad. Muchos
son pobres y han sido descuidados, abandonados y abusados. Necesitan
protección, justicia y compasión. Los niños son nuestro prójimo, al que
hemos sido llamados a amar.
Los cristianos enriquecen la bienvenida que damos a los niños a una vida
de fe al tener siempre unidas estas perspectivas diferentes sobre quiénes
son. Puesto que son dones de Dios, por ejemplo, respetaremos su dignidad
e incorporaremos alegría, risas y un sentido de obligación a su enseñanza y
formación en el hogar y en la congregación. Puesto que —como todos los
Nuestro llamado en la educación
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