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Untitled - Concursos de Cuentos

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otra vez. Uno hace lo que pue<strong>de</strong>. Uno aguanta el aire cuanto pue<strong>de</strong>, antes <strong>de</strong> tener que respirar<br />

otra vez.<br />

Cuando salí <strong>de</strong>l agua, los ladridos volvieron a comenzar y <strong>de</strong> nuevo corrí y el crujir <strong>de</strong> las hojas repicó<br />

en la noche. Yo iba seguro, sabía dón<strong>de</strong> estaba el hoyo <strong>de</strong> la reja; por ahí <strong>de</strong>bía salir con mi saco <strong>de</strong><br />

fruta, y la ventaja era la suficiente. Pero al llegar ahí, la salida estaba cerrada, uno <strong>de</strong> los cambios<br />

en mi ausencia. Cuando me giré, los perros venían hacia mí, varios metros más atrás llegaban el<br />

rondín y el patrón con sus armas. Imaginé mi cuerpo enterrado bajo la tierra, como una más <strong>de</strong> las<br />

hojas <strong>de</strong> los paltos, mi cuerpo como cimiento <strong>de</strong> los árboles, mi cuerpo <strong>de</strong>tenido en esta parcela<br />

convertido en corteza; mis brazos entregando frutas y mis hojas meciéndose con el viento, rozadas<br />

por el sereno nocturno. Todavía no <strong>de</strong>seaba mi final.<br />

Me <strong>de</strong>tuve. No tenía salida.<br />

Los perros se abalanzaron sobre mí.<br />

Cuando llegó el patrón, los perros todavía me cubrían, y yo ya estaba hundido en las hojas. El rondín<br />

apoyó su arma en la tierra y vio el saco <strong>de</strong> paltas que llevaba. Le habló a su patrón:<br />

– Está completo.<br />

– ¿Pero dón<strong>de</strong> está el?<br />

Los perros habían reconocido mi olor cuando saltaban hacia mí, recordaron los juegos en que nos<br />

abrazábamos y nos perdíamos en las hojas secas; ellos también crecieron conmigo. Entre los gritos<br />

<strong>de</strong>l patrón y <strong>de</strong>l rondín sólo seguían a una figura in<strong>de</strong>terminada. El patrón se acercó a ellos, y los<br />

felicitó con unas palmadas. Pero los perros no estaban acostumbrados a cazar, se habían acostumbrado<br />

a jugar. Yo esperé horas ahí hasta que todos cerraran los ojos y me volví una raíz que arrastraba<br />

sus brazos hasta alcanzar todas las paltas que habían caído <strong>de</strong> los árboles. Estas paltas no eran <strong>de</strong>l<br />

patrón, eran <strong>de</strong> la tierra. Y yo era parte <strong>de</strong> ella. Salté la reja y caminé hasta la línea férrea. Ya no<br />

pasaban trenes <strong>de</strong> pasajeros, sólo <strong>de</strong> carga por mi comuna, <strong>de</strong>masiado alejada <strong>de</strong>l progreso. Esperé<br />

la bocina y me perdí en el aire entre los vagones.<br />

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