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Untitled - Concursos de Cuentos

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úsqueda. Tenía la certeza que se habían tirado por el camino público, ya que ese sector no estaba<br />

poblado. Sin más pensarlo, soltó riendas y hundió sus talones en las costillas <strong>de</strong>l azabache y se <strong>de</strong>jó<br />

llevar por el camino.<br />

La noche ya sucedía y necesitaba <strong>de</strong>scansar estaba cerca <strong>de</strong> la tercera barranca y <strong>de</strong>cidió parar ahí.<br />

Este lugar era alto y en su cima tomaba control <strong>de</strong>l valle. Ahí esperaba que los fugitivos se <strong>de</strong>lataran<br />

rompiendo la noche con una fogata. Esperó la aparición <strong>de</strong> la luz tapado con su lona y alimentando<br />

su odio. A eso <strong>de</strong> las diez divisó una luz. Pedro sabía que no había puestos por esos lados por lo<br />

tanto esa luz era la que esperaba. Calculó que no estaban a más <strong>de</strong> cinco horas y sin medir el riesgo,<br />

cegado por la rabia ensilló y galopó esperando toparlos al alba.<br />

¿Cuántos serían? Eso no importaba, solo quería sus caballos. El Patas Blancas era casi un hijo y no<br />

permitiría que su compañero <strong>de</strong> tantas aventuras fuese sacrificado como cualquier matungo sin<br />

gloria. Cabalgó y el viento gélido poco a poco fue curtiendo sus mejillas y nublando sus ojos <strong>de</strong><br />

lágrimas. Al sentir la tibieza <strong>de</strong> estas rodar por su cara primero las trató <strong>de</strong> retener, luego recordó<br />

a Clara y acordó que <strong>de</strong>bía expulsarla <strong>de</strong> su cabeza a través <strong>de</strong> sus lágrimas. Nadie lo sabría y ella<br />

necesitaba <strong>de</strong> alguna u otra forma manifestarse en su vida y salir <strong>de</strong> sus recuerdos.<br />

Se <strong>de</strong>svió un poco hacia el monte para evitar que lo vieran. Su i<strong>de</strong>a era hallarlos durmiendo y<br />

allí recuperar sus caballos. Con los primeros hilos <strong>de</strong> luz rompiendo el amanecer divisó un corral<br />

con caballos, por lo tanto todavía no se marchaban. Había ganado tiempo <strong>de</strong> oro con el galope<br />

nocturno. Se <strong>de</strong>tuvo y pensó ¿que hacer?, ¿no podía matar por dos caballos? pero tampoco se los<br />

regalaría. Divisó la fogata y contó solo un bulto al lado <strong>de</strong> ella. Confirmó que era solo un cuatrero.<br />

Confirmando con un solo caballo con guardiero, <strong>de</strong>cidió sorpren<strong>de</strong>rlo. Echó mano a su revólver<br />

y agazapado como una fiera, quedó a los pies <strong>de</strong>l cuatrero.<br />

– ¡Levántate!<br />

Gran<strong>de</strong> fue su sorpresa cuando emergió <strong>de</strong> la lona un muchacho que no pasaba los 7 años y que<br />

perplejo le observó todavía inserto en el sueño.<br />

- Me robaste el pangaré gran<strong>de</strong> y el oscuro patas blancas. Dime ¿Cuántos años tienes?<br />

- Dieciséis, señor.<br />

- ¿No eres muy chico para andar <strong>de</strong> cuatrero?

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