12.05.2013 Views

Untitled - Concursos de Cuentos

Untitled - Concursos de Cuentos

Untitled - Concursos de Cuentos

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>de</strong>porte (con 30 kilos supongo, que no jugaba ni con tierra) y tenía por costumbre meter animales<br />

en ese potrero justo cuando teníamos la suerte <strong>de</strong> que el Chancho Cadagán –así le <strong>de</strong>cíamos a este<br />

hombrecito– se iba al pueblo a hacer sus diligencias, con unos cuantos chiflidos nos juntábamos<br />

a acortar la tar<strong>de</strong>. Pichangueábamos hasta que nos daba la clarida’ (por acá no tenemos la suerte<br />

<strong>de</strong> los murtinos que tienen hasta luz eléctrica los muy pesados) así que cuando ya andábamos a los<br />

topones, parábamos. Las más jodidas eran las viejas que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> los “entrenamientos” no solo<br />

tenían que lavar la ropa hedionda por el sudor, sino que, a<strong>de</strong>más, sacarle los pedazos <strong>de</strong> bosta <strong>de</strong><br />

vaca pegados como abrojos a la cola <strong>de</strong>l cor<strong>de</strong>ro.<br />

Ya poh, Contreras, apúrate¡¡ el paramédico <strong>de</strong> la posta que dio parte <strong>de</strong> enfermo para po<strong>de</strong>r ir a<br />

jugar era un <strong>de</strong>lantero ligero y peligroso, fue el tercero en llegar. Ya estábamos ahí con El Tractor<br />

Mardones, nuestro “bag centro” (el apodo no era por lo gran<strong>de</strong> ni por lo fuerte, sino por lo lento<br />

<strong>de</strong> sus movimientos)<br />

Y estos güevones que no vienen ¡¡pensarán que esta güevá es taxi!!, gritaba Don Sofanor, siempre mal<br />

habla’o. Era el dueño <strong>de</strong>l camión que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una semana <strong>de</strong> ruegos accedió a llevarnos por las<br />

0 lucas que, a duras penas, juntamos entre todos.<br />

Van a ser las siete y ni una papa pelá –<strong>de</strong>cía Mardones– Íbamos a salir a las 6 y si estos güevones no se<br />

levantan, vamos a per<strong>de</strong>r por “bucover” (la pronunciación no era muy exacta, pero el hecho era que<br />

si no estábamos a las 9 en cancha, <strong>de</strong> nada servían nuestros esfuerzos).<br />

Me empecé a poner nervioso, porque a la hora acordada solo estábamos tres jugadores y el entrenador,<br />

claro que, al parecer nuestro DT no iba a ser <strong>de</strong> mucha ayuda, porque con la excusa <strong>de</strong> que<br />

había que salir tan temprano, buscó sus mejores cassettes <strong>de</strong> rancheras y se predispuso a pasar la<br />

noche en vela. Claro… una cosa llevó a la otra, no faltó el que escuchó música, se entusiasmó y<br />

vamos comprando un vinito pa’ acompañar a don Carrasco y entre conversa y conversa… Casio<br />

otra vez con la gracia <strong>de</strong> Dios, como <strong>de</strong>cía siempre.<br />

Mi labor como capitán no solo era dirigir al equipo, sino que cuidarlos casi como guaguas: P’ta<br />

Aguilar, no andís tomando, mira que mañana jugamos; Juanito pi<strong>de</strong> permiso temprano, porque tú sabes<br />

que tu mamá es mañosa; señora, no se preocupe, esta vez su marío va a llegar temprano; Por favor,<br />

Catelicán, no andís peliando, si te güevean por el apellido, aguanta hasta el final <strong>de</strong>l partido, tú sabís<br />

que no tenemos cambios; siéntese ahí entrenador, trate <strong>de</strong> dormir un poquito para que se le pase… los<br />

discursos me los sabía <strong>de</strong> memoria.<br />

Todos confiaban en mí, me creían. En la cancha era el último hombre, el patrón <strong>de</strong>l área. Siempre<br />

97

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!