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Untitled - Concursos de Cuentos

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jetaba por una <strong>de</strong> sus orejas. No había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> pensar en aquel beso, no le había contado a nadie<br />

y no sabía qué hacer con el alboroto que había en su interior, estaba distraída, solo pensando en<br />

él. Al atar<strong>de</strong>cer, los trabajadores hacían una fogata y solían reunirse contando sus historias <strong>de</strong> vagabundos<br />

o <strong>de</strong> aparecidos. Los relatos más apetecidos eran los <strong>de</strong> Paris, que hablaba <strong>de</strong> autos, aviones,<br />

ascensores, los lujos <strong>de</strong> la ciudad y otras cosas inimaginables. Los empleados <strong>de</strong> la casa patronal y,<br />

a veces, los niños <strong>de</strong> los patrones también acudían a escuchar estos relatos.<br />

Había oscurecido, cuando la chiquilla <strong>de</strong>cidió marcharse a dormir, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l pajar la alcanzó el<br />

afuerino, La tomó <strong>de</strong>l brazo, conduciéndola hacia la oscuridad. Al fin, habló la niña: “París, puedo<br />

ser muy cabra chica, pero no soy na' <strong>de</strong> tonta, el otro día me pilló <strong>de</strong> sorpresa, no quiero que<br />

juegue conmigo. O es a la güena o no es na”. Cuando terminó <strong>de</strong> hablar, se le había acabado el aire.<br />

El hombre sonrió con ternura y la abrazó: “¡No sea chúcara, mi niña”. Si es a la güena. Si yo te<br />

quiero, no puedo quedarme ahora, pero volveré, espéreme, Mirita”. Y la abrazó muy fuerte.<br />

Año tras año al llegar el verano, E<strong>de</strong>lmira no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> mirar el trigo esperando su madurez y<br />

lloraba <strong>de</strong> alegría cada vez que lo veía llegar por el ancho camino <strong>de</strong> tierra. Se escondían <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

los sauces, en el pajar, o cerca <strong>de</strong>l álamo viejo, aunque las caricias eran cada vez más audaces, ella no<br />

cedía, no le pensaba dar la prueba <strong>de</strong> amor, a<strong>de</strong>más el joven le había prometido que se casarían.<br />

El Gringo llegó con su máquina segadora en noviembre, hizo el trato con el patrón y éste dio instrucciones<br />

al capataz para que mandara a avisar a los afuerinos que no habría trabajo para ellos.<br />

La joven se <strong>de</strong>sesperó porque no tenía cómo avisarle.<br />

Como <strong>de</strong> costumbre el estío seguía retornando, pero los tiempos cambiaron, el patrón se vio obligado<br />

a mo<strong>de</strong>rnizarse, se salvó <strong>de</strong> las expropiaciones, pero tuvo que cambiar su rubro. Ahora tiene<br />

viñas y kiwis. Y los afuerinos se llaman temporeros y son, en su mayoría, mujeres.<br />

Todavía la Abuelita E<strong>de</strong>lmira sirve en la casa patronal, como está viejita hace un poco el aseo, plancha<br />

la ropa y pasa sentada cerca <strong>de</strong>l horno <strong>de</strong> barro que ya nadie usa. De vez en cuando, en los días <strong>de</strong><br />

mucho calor, sale al camino para mirar si viene alguien.<br />

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