julio - LiahonaSud
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Como una llama<br />
inextinguible<br />
Elder M. Russell Ballard<br />
del Quorum de los Doce Apóstoles<br />
"Mas una cosa es indiscutible: los mandamientos no han cambiado... El<br />
bien es todavía el bien; el mal es todavía el mal, no importa cuan<br />
ingeniosamente se lo disimule en lo que es aceptable desde el punto de<br />
vista social o político".<br />
Hermanos y hermanas: Éstos<br />
han resultado ser dos días<br />
inspiradores y espero que<br />
mis palabras puedan contribuir a las<br />
enseñanzas y al espíritu de esta conferencia<br />
general.<br />
En ocasiones, tengo el privilegio<br />
de oficiar en el templo cuando una<br />
pareja de jóvenes dignos van a<br />
casarse y a sellarse en la Casa del<br />
Señor. Tales momentos son siempre<br />
muy especiales para la familia y los<br />
amigos. En esas circunstancias se<br />
experimenta una dulce y placentera<br />
mezcla de felicidad terrenal y gozo<br />
eterno que se manifiesta en los ojos<br />
llenos de lágrimas de madres que<br />
tanto han orado en sus corazones<br />
para que llegara ese día. También se<br />
manifiesta en los ojos de los padres<br />
que, por primera vez en vanos meses,<br />
piensan ahora en otras cosas además<br />
de cómo pagar los gastos de la boda.<br />
Pero más que nada se puede ver en<br />
los ojos de una novia y un novio virtuosos<br />
que han sabido vivir fieles a<br />
las enseñanzas del Evangelio, despreciando<br />
las tentaciones del mundo.<br />
Existe un sentimiento especial e<br />
innegable para toda persona que se<br />
ha mantenido limpia, virtuosa y pura.<br />
Hay demasiados hombres y mujeres<br />
jóvenes que sucumben a las presiones<br />
impuestas por un mundo<br />
saturado de mensajes malignos y<br />
conducta inmoral. Lucifer está<br />
embarcado en una guerra desenfrenada<br />
para dominar el corazón y el<br />
alma de jóvenes y adultos, y el<br />
número de sus víctimas continúa en<br />
aumento. Las normas del mundo se<br />
han desplazado como las arenas de<br />
un desierto tormentoso. Lo que una<br />
vez era inusitado o inaceptable, es<br />
hoy en día común y corriente. El<br />
criterio del mundo ha sido tan terriblemente<br />
trastornado que a quienes<br />
prefieren guiarse por las normas tradicionales<br />
de moralidad se les percibe<br />
cual gente extraña, casi como<br />
que debiera justificar su deseo de<br />
guardar los mandamientos de Dios.<br />
Mas una cosa es indiscutible: los<br />
mandamientos no han cambiado.<br />
Nadie debe siquiera suponerlo. El<br />
bien es todavía el bien; el mal es<br />
todavía el mal, no importa cuan<br />
ingeniosamente se lo disimule en lo<br />
que es aceptable desde el punto de<br />
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vista social o político. Nosotros creemos<br />
en la castidad antes del matrimonio<br />
y en la fidelidad conyugal<br />
para siempre; ésta es una norma<br />
absoluta de la verdad; no está sujeta<br />
a encuestas de la opinión pública ni<br />
depende de la situación o de las circunstancias.<br />
No hay necesidad de<br />
polemizar sobre ésta o ninguna otra<br />
norma del Evangelio.<br />
Pero existe una urgente necesidad<br />
de que padres, líderes y maestros<br />
ayuden a nuestros jóvenes a<br />
entender, amar, valorar y vivir de<br />
conformidad con las normas del<br />
Evangelio. Los padres y la juventud<br />
deben luchar unidos en defensa de<br />
un sagaz y pérfido adversario.<br />
Debemos esforzarnos por vivir el<br />
Evangelio con la misma dedicación,<br />
eficacia y determinación con las que<br />
ese adversario se esfuerza por destruirlo<br />
y destruirnos a nosotros.<br />
El cometido que tenemos es<br />
grande, ya que está de por medio el<br />
alma inmortal de nuestros seres<br />
queridos. Quisiera sugerir cuatro<br />
maneras para erigir una fortaleza de<br />
fe en nuestros hogares y ayudar particularmente<br />
a nuestros jóvenes a<br />
ser limpios, virtuosos y puros, completamente<br />
dignos de entrar en el<br />
templo.<br />
La primera es la información sobre<br />
el Evangelio. La información más<br />
importante y benéfica que yo<br />
conozco es el conocimiento de que<br />
somos verdaderamente hijos e hijas<br />
de Dios, nuestro Eterno Padre. Esto<br />
no es solamente correcto desde el<br />
punto de vista doctrinal, sino que es<br />
esencial desde el punto de vista<br />
espiritual. En Su magnífica oración<br />
intercesora, el Salvador dijo: "Y esta<br />
es la vida eterna: que te conozcan a<br />
ti, el único Dios verdadero, y a<br />
Jesucristo, a quien has enviado"<br />
(Juan 17:3). El conocer al Padre<br />
Celestial y el entender la relación<br />
que tenemos para con Él como<br />
nuestro Padre y nuestro Dios es<br />
encontrar la razón de esta vida y la<br />
esperanza en la vida venidera.<br />
Nuestras familias necesitan saber<br />
que Él es real, que nosotros somos<br />
en realidad Sus hijos e hijas, y herederos<br />
de todo lo que Él posee, ahora<br />
y para siempre. Afianzados en ese