julio - LiahonaSud
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crisol de la cooperación y dan paso<br />
al interés compasivo y al amor del<br />
uno por el otro 12 .<br />
Hermanos, honren a las hermanas<br />
especiales de su vida. Expresen<br />
su amor a su esposa, a su madre, a su<br />
hermana. Elógienlas por la paciencia<br />
que tienen con ustedes aun cuando<br />
no se comporten como deben. Den<br />
gracias al Señor por estas hermanas<br />
que, al igual que nuestro Padre<br />
Celestial, nos aman no sólo por lo<br />
que somos, sino por lo que podemos<br />
llegar a ser. Agradezco humildemente<br />
a Dios por mi madre, mis hermanas,<br />
mis hijas, mis nietas y por mi<br />
amada compañera y amiga especial:<br />
mi esposa.<br />
Que Dios nos bendiga para que<br />
honremos a todas las mujeres virtuosas,<br />
es mi ruego en el nombre de<br />
Jesucristo. Amén. D<br />
NOTAS<br />
1. Véase D. y C. 23:3.<br />
2. Muchos pasajes de las Escrituras<br />
nos enseñan a honrar a nuestros padres.<br />
Véanse Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:16;<br />
Mateo 15:4; 19:19; Marcos 7:10; 10:19;<br />
Lucas 18:20; Efesios 6:2; 1 Nefi 17:55;<br />
Mosíah 13:20.<br />
3. James R. Clark, comp., Messages of<br />
the First Presidency of The Church of Jesús<br />
Christ ofLatter-day Saints, tomo 6, pág.<br />
178. En 1935, la Primera Presidencia<br />
declaró que "el verdadero espíritu de La<br />
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los<br />
Últimos Días pone a la mujer en el lugar<br />
de honor más alto en la vida humana".<br />
(Véase "Los compañeros que valen",<br />
Liahona, enero de 1998, pág. 37).<br />
4. Véase Arthur M. Richardson, The<br />
Life and Ministry ofjohn Morgan, 1965,<br />
págs. 267-268.<br />
5. D.yC. 131:1-3.<br />
6. Véase "La familia: Una proclamación<br />
para el mundo", Liahona, octubre de 1998,<br />
pág. 24.<br />
7. Guía para la familia, (folleto, 1992),<br />
pág. iv.<br />
8. Véase D. y C. 68:25-28.<br />
9. Véase D.yC. 121:41-45.<br />
10. Efesios 5:25.<br />
11. Véase "La familia: Una proclamación<br />
para el mundo", Liahona, octubre de<br />
1998, pág. 24.<br />
12. Véase Mosíah 4:14-15; D. y C.<br />
68:25-31.<br />
"Hecho semejante al<br />
Hijo de Dios"<br />
Elder Ray H. Wood<br />
de los Setenta<br />
"No debe existir nada superficial, despreocupado ni indiferente con<br />
respecto a poseer el sacerdocio. Una vez que se acepte, no se debe pasar<br />
por alto, ni descuidar, ni dejar de lado. Es un manto de honor y poder que<br />
puede ser nuestro para siempre".<br />
Después de que los hijos de<br />
Israel cruzaron el río Jordán y<br />
Jericó había sido destruida, se<br />
enfrentaron con la ciudad de Hai.<br />
Hai era una ciudad más pequeña que<br />
Jericó y con menos gente para defenderla<br />
y Josué pensó en conquistarla<br />
con sólo tres mil soldados. Pero los<br />
hombres de Hai derrotaron al ejército<br />
de Israel y los hicieron huir. Josué se<br />
postró ante el Señor y preguntó la<br />
razón de su derrota, tras lo cual vino<br />
la respuesta y una lección.<br />
Cuando Jericó fue destruida, el<br />
Señor les prohibió tomar ninguna<br />
posesión preciosa que se encontrara<br />
allí. Pero cierto hombre llamado<br />
Acán, se apoderó de parte de los despojos<br />
y trató de ocultarlos. "Pues [lo]<br />
vi", dijo y lo "codicié y tomé; y he<br />
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aquí que está escondido bajo tierra en<br />
medio de mi tienda" (Josué 7:21). El<br />
Señor mandó que se destruyera el<br />
botín y Acán fue apedreado hasta<br />
morir.<br />
Quizás nos parezca difícil entender<br />
la forma en que la falta de honradez<br />
de un hombre haya tenido un<br />
efecto de tan largo alcance como<br />
para causar la derrota del ejército de<br />
Israel y la muerte de treinta y seis<br />
hombres. El eider James E. Talmage<br />
observó: "Se había violado una ley<br />
de justicia: habían metido a un anatema<br />
al campamento del pueblo del<br />
convenio; esta transgresión resistió<br />
la corriente de ayuda divina, y no<br />
fue sino hasta cuando se santificó el<br />
pueblo que les fue restituido el<br />
poder" (Artículos de fe, pág. 115;<br />
véase también Josué 7:10-13).<br />
Cuando una persona viola cualquier<br />
mandamiento de Dios, si no<br />
hay arrepentimiento, el Señor retira<br />
Su influencia protectora y sustentadora.<br />
Cuando perdemos poder con<br />
Dios, sabemos con toda certeza que el<br />
problema está en nosotros y no en<br />
Dios. "Yo, el Señor, estoy obligado<br />
cuando hacéis lo que os digo; mas<br />
cuando no hacéis lo que os digo, ninguna<br />
promesa tenéis" (D. y C. 82:10).<br />
Nuestros delitos acarrean desesperación;<br />
entristecen y extinguen el "fulgor<br />
perfecto de esperanza" que ofrece<br />
Cristo (2 Nefi 31:20). Sin la ayuda de<br />
Dios quedamos a nuestra cuenta.<br />
El sacerdocio es la autoridad para<br />
actuar como un agente autorizado