julio - LiahonaSud
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Sigamos la luz<br />
Margare! D. Nadauld<br />
Presidenta General de las Mujeres Jóvenes<br />
"El Señor nos invita a salir del frío peligro de lo mundano y entrar al calor<br />
de Su luz".<br />
Alguna vez se han tropezado en<br />
la oscuridad, se han lastimado<br />
un dedo del pie y han dicho:<br />
"¡Ay, qué dolor!"? ¿Qué pasaría si se<br />
apagara la luz en este edificio esta<br />
noche? ¡Tendríamos una confusión<br />
total! La oscuridad puede ser peligrosa<br />
para nuestra salud, ¡nuestra<br />
salud física y espiritual! Es una gran<br />
bendición tener luz en nuestra vida:<br />
luz que nos hace ver las cosas tal<br />
como son, luz que ilumina nuestro<br />
entendimiento, luz que podemos<br />
seguir con absoluta confianza.<br />
Permítanme relatarles un suceso que<br />
demuestra lo que quiero decir.<br />
Faltaban pocos días para la<br />
Navidad, hacía poco que mi marido<br />
y yo nos habíamos casado, y viajábamos<br />
de regreso a casa para pasar las<br />
fiestas. Era un viaje de cuarenta y<br />
dos horas en auto, pero eso no nos<br />
desanimó en absoluto por la emoción<br />
que sentíamos de sólo pensar<br />
que estaríamos nuevamente en casa<br />
con nuestras familias. Habíamos<br />
estado viajando todo el día y la<br />
mayor parte de la noche cuando nos<br />
topamos con una tormenta de<br />
nieve. Era una ventisca tan fuerte<br />
que casi no veíamos nada y la nieve<br />
se iba acumulando cada vez más en<br />
la carretera. La oscuridad era total;<br />
ni siquiera veíamos a dónde íbamos,<br />
ni tampoco veíamos las rayas que<br />
separaban los carriles del tráfico de<br />
la autopista. ¡La situación era aterradora!<br />
De repente, comenzamos a ver<br />
delante de nosotros un camión<br />
enorme, que iba avanzando lentamente.<br />
Apenas distinguíamos las<br />
luces de atrás, pero el verlas nos<br />
infundió esperanza. Mi marido, que<br />
iba manejando, fijó la vista en las<br />
luces del camión, y condujo por las<br />
huellas que las llantas de éste iban<br />
dejando en la nieve. Nuestro pánico<br />
aminoró un poco gracias al guía que<br />
llevábamos al frente, puesto que él<br />
indudablemente conocía la ruta, la<br />
cabina del camión que conducía<br />
estaba a un nivel más alto que el<br />
nuestro y veía mejor; y seguramente<br />
tenía equipo de radio que podría<br />
utilizar si lo llegaba a necesitar.<br />
Con una oración a flor de labios,<br />
y con los nudillos de los dedos<br />
emblanquecidos al volante, seguimos<br />
esa luz a través de la tormenta.<br />
Pasamos junto a muchos vehículos<br />
que se habían quedado a ambos<br />
lados del camino antes de darnos<br />
cuenta de que el camión estaba disminuyendo<br />
la velocidad para salir<br />
de la carretera. En un acto de fe, lo<br />
seguimos, y al poco rato nos encontramos,<br />
para nuestro gran alivio, en<br />
un lugar seguro, un lugar de refugio.<br />
bibliotecasud.blogspot.com<br />
¡Qué agradecidos nos sentimos! No<br />
veíamos la hora de decirle al chofer<br />
del camión lo agradecidos que estábamos<br />
por su ayuda, por habernos<br />
guiado.<br />
Cada uno de nosotros está en el<br />
camino que conduce a casa; pero no<br />
estamos tratando de llegar allí para<br />
pasar las fiestas de Navidad: estamos<br />
tratando de llegar allí para la<br />
eternidad. Queremos llegar sin ningún<br />
percance a casa de nuestro<br />
Padre Celestial. Él desea que lleguemos<br />
sin novedad, por lo que nos ha<br />
enviado una luz de guía que podemos<br />
seguir: un Salvador, el Señor<br />
Jesucristo, el ejemplo perfecto. El<br />
conoce el camino. El ilumina nuestro<br />
sendero en la oscuridad de la<br />
noche, en las tormentas, en las<br />
encrucijadas y en la luz del día. El<br />
siempre está listo para mostrarnos el<br />
camino de regreso a casa.<br />
Nos dice: "Y también seré vuestra<br />
luz... y prepararé el camino<br />
delante de vosotros, si es que guardáis<br />
mis mandamientos... y sabréis<br />
que yo soy el que os conduce"<br />
(INefi 17:13).<br />
Una jovencita me escribió acerca<br />
de un camino en el que se encontró.<br />
Decía: "Estaba con un grupo de<br />
amigas viendo una película en<br />
video. Era una cinta que yo sabía no<br />
debía estar viendo y el Espíritu me<br />
indujo a irme de allí. Pude escuchar<br />
y me levanté y me fui. Sentí el<br />
Espíritu con gran poder, y sé que fue<br />
por la decisión que tomé" (la carta<br />
está en poder de la Oficina de las<br />
Mujeres Jóvenes). Ella siguió la luz<br />
hasta que llegó a un lugar seguro.<br />
Esa misma luz mostró a dos hermanas<br />
adolescentes el camino que<br />
debían seguir en un día terrorífico de<br />
1833. Un populacho furioso se precipitó<br />
a las tranquilas calles de<br />
Independence, Misuri, donde vivían<br />
Mary Elizabeth Rollins, de quince<br />
años de edad, y su hermana<br />
Caroline, que tenía trece años. El<br />
aterrador populacho se lanzó a destruir<br />
y quemar propiedades, y a causar<br />
disturbios. Algunos de los<br />
miembros del populacho entraron en<br />
la casa del hermano William Phelps,<br />
en donde se encontraba la imprenta.<br />
Él había estado imprimiendo